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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Después del acontecimiento referido, ciertos sucesos tristísimos determinan un paréntesis no corto en esta parte de la historia de mi vida que voy refiriendo.
¿Qué tiene de ridículo dijo la marquesa nacer con una señal en el pecho? Prosigue, Rafael dijo Rita . Yo no sabía ninguna de esas particularidades. Prosigue sin tantos paréntesis. Nadie nos corre, querida Rita dijo Rafael ; ¿qué prisa tenemos? Una de las ventajas que llevamos a otras naciones, es no vivir a galope, como corredores intrusos.
Pero al acordarse de Quevedo, se acordó del duque de Lerma; al acordarse del duque de Lerma, recordó que para él le había dado una carta la abadesa de las Descalzas Reales, y que se la había dado de una manera urgente. Entonces hizo un paréntesis en sus imaginaciones, y dijo suspirando: Puesto que necesitamos vengarnos, es necesario servir á quien vengarnos puede.
En un paréntesis agregaba el señor alcalde, que mi tía era uno de los palmitos más codiciados de la piadosa y próspera Pluviosilla.
Entre paréntesis, sería de desear que las mujeres pudiesen asistir secretamente una vez en su vida á una de esas conversaciones que tienen lugar entre hombres en la primera efusión que sigue á una abundante comida; allí hallarían la medida exacta de la delicadeza de nuestras costumbres y de la confianza que ella debe inspirarlas.
Al entrar una persona en sus dominios la mira por cima de sus dorados anteojos, contesta á los buenos días con un movimiento de cabeza si le es desconocida, y con una dulce sonrisa si es de su afecto, y después de este ligerísimo paréntesis su cara adquiere la severidad oficial de que está revestido, y continúa su trabajo esté quien esté en el despacho.
Sí, señor, sí respondió la señorita Margarita, riendo siempre con la implacable tranquilidad de una mujer; ¡es un triunfo, un magnífico triunfo! ¡Sea enhorabuena! Cuando recobró un poco su seriedad, me interrogó sobre los medios de recobrar la zozobrada barca, que entre paréntesis, es la mejor de nuestra flotilla.
Ahora estamos en uno de esos paréntesis fastidiosos, o compases de espera, como los llama el comandante, que los deplora bastante menos que yo. Llevo tres días sin ver a los señores de Peleches más que un ratito al anochecer; y como las horas desocupadas se me hacen siglos y el tiempo está hermoso y los entretenimientos viejos del Casino no me satisfacen, el yacht lo paga.
Los grandes cañones rugían con intervalos de grave pausa. Estas jaurías de acero gritaban incesantemente, sin abrir el más leve paréntesis en su cólera ruidosa, igual al rasgón de una tela que se parte sin fin. Las piezas eran muchas, los disparos vertiginosos, y las detonaciones se confundían en una sola, como las series de puntos se unen formando una línea compacta.
Y no pudo en muchos días apartar de su pensamiento las cosas que le refirió doña Manolita que, entre paréntesis, no acababa de serle simpática, y lo que más metida en reflexiones la traía no era precisamente que aquellos hechos de regalar la custodia y el manto se hubieran verificado, sino la casualidad... «Tie gracia». Si hubiera ella ido al convento algunos días antes, habría asistido a la solemne misa, con obispo y todo, que se dijo en acción de gracias por haberse puesto bueno el tal... Esto tenía más gracia.
Palabra del Dia
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