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Actualizado: 16 de junio de 2025


En Infantes viven y brujulean al finalizar el siglo XVI los siguientes funcionarios políticos y judiciales: el vicario mayor de Montiel, otro vicario, un notario, un alguacil fiscal, un gobernador, un teniente del gobernador, un alguacil mayor, un escribano de gobernación, un alcaide de la Cárcel, diez y siete regidores, un fiel ejecutor, un depositario general, un mayordomo y procurador del Concejo, un escribano del Concejo... El vicario no tiene sueldo fijo, pero cobra el aprovechamiento de los derechos de su judicatura, y para que sean crecidos y suculentos sabrá ingeniarse sagazmente; el gobernador percibe 200.000 maravedís, y de ellos da 20.000 a su teniente; además, el gobernador «tiene, de los maravedís que en nombre de Su Majestad se ejecutan, ciento y cincuenta maravedís cuando la cantidad llega a cinco mil maravedís, y no más aunque pase, y de allí abajo, a real de plata»; y es preciso reconocer que el señor gobernador ni más ni menos que los gobernadores de ahora en otros órdenes hallará trazas para que los maravedís ejecutados lleguen siempre, caiga el que caiga, a los cinco mil codiciados.

Y, generalmente, esos snobs de medio pelo son codiciados por el prestigio social que rodea su nombre; pero, si suelen ser eximios como amantes, son intolerables como maridos; todos concluyen enamorando vascas, como Alejandro, o perdiendo a las negritas mimadas de casas decentes.

En un paréntesis agregaba el señor alcalde, que mi tía era uno de los palmitos más codiciados de la piadosa y próspera Pluviosilla.

Obdulia se arrodilló de nuevo llena de confusión, roja como una amapola. La figura corpulenta del obispo se agrandó desmesuradamente delante de sus ojos; su blanca cabeza coronada por el morado solideo resplandecía de majestad. Los cargos de la Iglesia católica no deben ser empleos codiciados: no se buscan, se aceptan con humildad y resignación.

Mi rostro no tiene ni el desmesurado largo, ni la anchura ridícula que se atribuye a la cara de los enanos y en general a la de todos los seres diformes, y la finura y delicadeza de mis extremidades pueden ser codiciados por más de una hermosa dama. Sin embargo, lo exiguo de mi tamaño me ha hecho verter a hurtadillas bastantes lágrimas.

En esas condiciones de la vida medioeval, ningún progreso era posible, porque la imbecilidad humana era igual a la capacidad humana, y gravitando más duramente allí donde el clima era menos clemente, la insurrección empezó en los arenales del Brandemburgo, y prosperó en la Alemania del Norte, desde que los príncipes vieron en la Reforma el medio de apoderarse de los cuantiosos y codiciados bienes de las iglesias, que producían el empobrecimiento universal por el expendio del consuelo universal.

Antonio se rió y solamente dijo: ¡Ah! Mañana te lo presentaré. Nos apeamos de nuestras caballerías en un amplio portal, y después de las presentaciones del tenedor de libros y otros dependientes de la hacienda, en el "purgar", o sea oficina principal, subimos a tomar una ligerísima cena, para arrojarnos en seguida en los codiciados brazos de Morfeo.

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