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Actualizado: 4 de noviembre de 2025


Y los dos pequeños contemplaron religiosamente al héroe tantas veces visto en las estampas que adornaban las habitaciones de su pobre casa: ser sobrenatural, cuyas hazañas y riquezas fueron su primera admiración al darse cuenta de las cosas de la vida. Juanillo, bésale la mano al padrino.

Jamás, tía Liette, y me das mucha pena al iniciar solamente tal idea. No es esa mi intención, pero pudieran presentarse unas circunstancias en las que no debiéramos ser obstáculo el uno para el otro... un matrimonio, por ejemplo. Recuerda que eres libre, como yo también lo soy. ¡En seguida! Yo no te permitiría casarte sin mi consentimiento, aunque fuera con mi querido padrino...

Le dolía contrariar con su sobriedad a aquellas gentes sencillas que le asediaban con sus obsequios. El aperador se extrañaba de verle en el cortijo como traído por la tempestad. Su padrino le había dicho algunos días antes que don Fernando estaba en Cádiz. , allí estuve hasta hace poco. Fui a ver la sepultura de mi madre.

Y al decir esto sacaba el pecho y tendía los brazos en cruz, haciendo alarde de la energía vital, de la juvenil acometividad depositadas en su cuerpo. En fin, padrino, que con lo que yo tengo naide se muere de jambre.

No porque el árbol me robase a Elvira, Mas porque fué tan alto y arrogante, Que a los demás como a pequeños mira: Tal es la fuerza de un feroz gigante. "¡Villanos, dije yo, tened respeto: Don Tello, mi señor, es gloria y honra De la casa de Neira, y en efeto, Es mi padrino y quien mis bodas honra."

Como tenía la certeza de que Atilio no se dejaría convencer, había buscado un segundo padrino. Pensó un instante en ir á Mónaco para hablar á Novoa. Luego se acordó de sus relaciones con Valeria. Esta visita equivalía á hacérselo saber todo á la duquesa.

Ella, un poco premiosa para obedecer, objetó: ¿Pero de verdad tienes rota una cosa en el pecho y otra en la frente? No, preciosa, no te apures; son bromas que yo le digo a tu hermano. Salvador la atrajo a sus rodillas y la acarició tiernamente. Son bromas del padrino, Carmen; anda, corre a jugar. Se fué con su paso majestuoso y su aire noble de madona.

Los ojos dulces del padrino, unos ojos amarillos moteados de pepitas negras, acogían á Ulises con el amor de un solterón que se hace viejo y necesita inventarse una familia.

Mientras tanto, el aperador iba de un lado a otro, buscando cierta botella de vino selecto que meses antes le había regalado su padrino. Por fin dio con ella, y escanciando un vaso, se lo ofreció a don Fernando. Gracias, no bebo. ¡Pero si es de primera, señor!... intervino el viejo. Beba su mercé; esto le hará bien después de la mojadura. Salvatierra hizo un gesto negativo.

Hablaba de la decadencia de su poeta con la conmiseración de un ser fuerte y sano. Se aterraba al pensar en los años que podría sobrevivir á su señor. Ocupada en cuidarle, no se miraba á ella misma. Un año después, el capitán encontró en Port-Said, á la vuelta de las Filipinas, una carta de su padrino.

Palabra del Dia

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