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Actualizado: 4 de julio de 2025


, padrino; he emprendido este cuadrito después que usted se marchó. Es la misma cabeza de la desposada ... ¿También de imaginación?... Levantó la frente y clavó su mirada en los ojos de Mauricio. El joven se sonrojó un poco y dijo sencillamente: No he mentido á usted nunca y no he de empezar á mi edad ... Esta cara es la de la sobrina de la señorita Guichard.

Un puñado de arena que venía del parque les volvió al sentido de la realidad. Es mi padrino, que se impacienta ... Y tiene razón ... Vámonos. ¿Por dónde? Por la puerta. Pero, está cerrada por fuera.... ¿No es más que eso?

Entonces Paca se acercó a su padrino, el cual la sentó en sus rodillas con grandes muestras de cariño, y ella empezó la siguiente relación, torciendo su cabecita para mirarle.

Apenas divisaba Juan a lo lejos al cura, galopaba y venía a charlar un momento con su padrino. El caballo volvía la cabeza hacia el abate, pues sabía que siempre había un terrón de azúcar para él en el bolsillo de aquella vieja sotana negra, gastada, remendada, la sotana de por la mañana. El abate poseía otra muy linda y muy nueva, que se guardaba para las grandes ocasiones.

No, no; no ha hecho mal. Si hay algún culpable soy yo, y culpable por caridad, no por curiosidad, os lo juro. Descubrí que vuestro padrino nunca estaba tan contento como cuando hablaba de vos; entonces, por la mañana, en nuestros paseos, cuando estoy sola con él, para darle gusto, le hablo de vos, y él me cuenta vuestra historia. Estáis bien de fortuna, estáis muy bien.

El padrino cogía una cesta llena de peladillas y la arrojaba de golpe sobre la novia. Esta, tendida en el colchón, recibía sin pestañear la rociada. Luego los padres la saludaban con otra lluvia de almendras, y tras ellos los viejos de más consideración y todos los convidados, hasta los mozuelos más insignificantes.

Y pasado el frenesí de aquellas horas, cuando el caballero, deprimido y amustiado, se hundía en su sillón patriarcal a la vera de la ventana, llamaba a Carmencita, y acariciándole lentamente los cabellos, le decía «a escucho»: Llámame padrino, como siempre, ¿sabes? También la niña respondía que .

Tras no pocas vacilaciones, escribió a su madre noticiándole su matrimonio, y, con gran asombro, recibió una respuesta alegre. También ella estaba satisfecha de que su hijo fuera un hombre tan original y de que el propio director hubiera sido su padrino. A los dos años de su boda, Kotelnikov murió del tifus. Momentos antes de morir hizo llamar al sacerdote.

Aflojó entonces Juanita el dogal que tenía echado al cuello del cacique, y le dijo: ¿Te rindes a discreción? ¿Te declaras vencido? Me declaro vencido; haz de lo que quieras. ¿Aprobarás y aplaudirás ahora que yo me case con don Paco, y serás en la boda su padrino? Aprobaré, aplaudiré y seré padrino en la boda.

Esta idea de que la reñiría su padrino fue el golpe que le aclaró el sentido, porque la idea de la fuga era un rastro del sueño. «¿Estoy despierta o dormidase preguntaba al reconocer su desatino; y quedose un rato sentada en la cama, con la mano en la mejilla.

Palabra del Dia

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