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Actualizado: 3 de noviembre de 2025


Los discursos del Padre Ambrosio eran como una serie de lecciones en las cuales instruía a sus oyentes y les mostraba el estado del mundo, en la edad aquella, y contemplado todo desde el foco mismo de la civilización cristiana.

Los melancólicos, é hipocondríacos sienten algunos males que los afligen, y para explicarlos se aprovechan de las voces opresion, desmayo, y otras semejantes, que hacen formar á los oyentes distinto conocimiento del que los enfermos pretenden manifestar.

Salen por el tablado, con mucho ruido de chirimías y atabalillos, Príamo, rey de Troya, y el príncipe Paris, y Elena, muy bizarra en un palafrén, en medio, y el Rey á la mano derecha, que siempre de esta manera guardo decoro á las personas reales, y luego tras ellos, en palafrenes negros, de la misma suerte, 11.000 dueñas á caballo.» «Más dificultosa apariencia es esa que esotra, dijo uno de los oyentes, porque es imposible que tantas dueñas juntas se hallen.» «Algunas se harán de pasta, dijo el poeta, y las demás se juntarán de aquí para allí, fuera de que si se hace en la corte, ¿qué señor habrá que no envíe sus dueñas prestadas para una cosa tan grande, por estar los días que representaré la comedia, que será por lo menos siete ú ocho meses, libres de tan cansadas sabandijasHubiéronse de caer de risa los oyentes, y de una carcajada se llevaron media hora de reloj, al son de los disparates de tal poeta, y él prosiguió diciendo: «No hay que reirse, que si Dios me tiene de sus consonantes, he de rellenar el mundo de comedias mías, y ha de ser Lope de Vega prodigioso monstruo español y nuevo Tostado en verso, niño de teta conmigo, y después me he de retirar á escribir un poema heróico, para mi posteridad, que mis hijos ó mis sucesores hereden, en que tengan toda su vida que roer sílabas.

Pues no hay más sino que mañana habrá procesión cívica en honor de Riego, cuyo retrato será paseado por todas las calles de la Corte. Bien, bien dijo uno de los oyentes. ¿Íbamos á consentir que se maltratara al héroe de las Cabezas, al fundador de las libertades de España? Pues lo grave es que el Gobierno está decidido á que no haya procesión. Pero es cosa decidida.

Cuando llegaron á la plaza del mercado, su presencia fué saludada con una aclamación general; que si bien podía atribuirse al sentimiento de lealtad que en aquella época experimentaba el pueblo hacia sus gobernantes, era también la explosión irresistible del entusiasmo que en el alma de los oyentes había despertado la elevada elocuencia que aun vibraba en sus oídos.

Y además, para hacerse oir, todos los hombres tienen, medios, les basta servirse de los órganos; para lo otro es necesario preparar las tablas, y unas mismas no pueden ser útiles, sino para un objeto, y simultáneamente no pueden servir para dos personas; cuando por medio del oido, un hombre solo comunica en breve rato infinidad de ideas á millares de oyentes.

Vengan acá y respondan dijo Santorcaz, excitando la curiosidad de sus oyentes . ¿No les parece que el mundo está muy mal arreglado? Abriéronse varias bocas con estupefacción, y no se oyó ninguna respuesta.

Hácense estos con estilo declamatorio: el que los pronuncia dice lo que quiere; asegurado de que no le han de contradecir: danse al discurso adornos, artificios y figuras, para captar á los oyentes: las pruebas con alguna verosimilitud que tengan son bien recibidas, porque todo junto conduce á excitar los ánimos á favor del que razona.

La mayor parte de sus empresas políticas eran soñadas, y sólo las creían ya poquísimos oyentes, entre los cuales Ido del Sagrario era el de mayores tragaderas. Para completar su retrato, sépase que no había estado en Cartagena.

Pero siempre ha de llevar el Orador la mira de poner el fundamento de su oracion en las verdades ciertas, en las máxîmas sólidas, y en introducir en los oyentes el amor á lo bueno y á la virtud, y solo para hacer ver claramente estas cosas le será lícito usar de adornos; pero nunca será bien colocar todo el trabajo en hablar mucho, y decir nada.

Palabra del Dia

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