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Actualizado: 15 de noviembre de 2025


Si á veces la he estado oyendo con la boca abierta, como si oyera á todos los Padres de la Iglesia.... Deje usted eso murmuró la devota con visible disgusto. Yo no entiendo de esas cosas. Es sobre el tema de la tentación quinta de San Antón. Bien sabe usted aquello, cuando el demonio se le presentó en figura de ... de muchacha, pues....

El Miércoles Santo enviole su tía con un recado a casa de Samaniego, y después de estarse allí gran rato, oyendo tocar la pieza, notó que doña Casta hablaba muy vivamente con Aurora. «Vaya, hija, que hoy nos has dado un buen plantón. ¡Tres horas esperándote!... ¿A qué tienes que ir hoy al obrador, si hoy no se trabaja?... Lo mismo que el Domingo de Ramos... Toda la tarde en el obrador, y luego viene Pepe y me dice que ni has aparecido por allí ni ese es el camino. ¿En dónde estuviste? ¡En casa de las de Reoyos! ¿Y qué hacías tantas horas en casa de las de Reoyos?

Rosa llegó a la sala, y ¡cuál no se quedaría al ver a Marisalada asomada al postigo y oyendo al cantor con toda la atención de que era capaz! Entonces se persignó, exclamando: ¡Y todavía no ha cumplido trece años! ¡Sobre que ya no hay niñas!

Un versículo del Evangelio le agradaba sobre todos; aquél que dice: «No he venido a traer al mundo la paz, sino la espada.» A la mañana siguiente se levantó temprano y no salió. Estuvo oyendo a Leocadia leer periódicos a su padre, y aunque permaneció largo rato con ellos, no pronunció palabra alguna acerca del objeto de su viaje.

Rui Diaz muy confuso contemplaba El bruto razonar de aquel monazo, Y como el arcabuz presto llevaba, Tirando le matò de un pelotazo. Los dos monillos pages que llevaba, Oyendo aquel terrible arcabuzazo, Aprietan por el monte, dando gritos, Mas en breve acudieron infinitos.

Don Pascual sostenía, además, que Juanita no había provocado la audaz acometida de don Andrés, a la que daba por única causa el engreimiento del cacique y su convicción de que todo había de rendirse a su voluntad y ser propicio a su deseo. No bien se enteró Juanita de todo esto oyendo hablar al maestro de escuela, procuró que terminase la visita y que este se fuera.

Pues el amor de este no tiene nada de respetuoso dijo Amaranta, mirando con picaresca atención a doña Flora . Mi amiga, que me está oyendo, es testigo de la impetuosidad y desconsideración de este violento joven. D. Pedro fijó sus ojos en doña Flora.

Un español que estaba en San Petersburgo, paseándose una hermosa mañana de primavera con un ruso amigo suyo, quedó atónito, oyendo en el aire un sonido bastante agradable. Este sonido, que se oía unas veces próximo, otras lejano, cuándo a la derecha, cuándo a la izquierda, no era más que una repetición en diversos tonos de la palabra quién vive.

30 Y Zebul asistente de la ciudad, oyendo las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió su ira; 31 y envió sagazmente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí que Gaal hijo de Ebed y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí, que han cercado la ciudad contra ti. 36 Y viendo Gaal el pueblo, dijo a Zebul: He allí pueblo que desciende de las cumbres de los montes.

Apenas libre y concluída su misión, el pobre caballo, en cuyos ijares era imposible contar el latido, tembló agachando la cabeza, y cayó de costado. Míster Jones mandó al peón a la chacra, aún rebenque en mano, para no echarlo si continuaba oyendo sus jesuíticas disculpas. Pero los perros estaban contentos. La Muerte, que buscaba a su patrón, se había conformado con el caballo.

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