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Actualizado: 14 de julio de 2025
Beethoven estaba en aquel ingente librote, que por lo grande, lo revuelto, lo obscuro, tenía algo de mar; allí estaba su turbulento genio escondido debajo de mil líneas, puntos, rasgos, tildes y garabatos que parecen oscilar, encresparse y confundirse con la rítmica hinchazón de las olas. En la superficie alborotada de un libro de sonatas difíciles, sólo es dado navegar al músico experto.
Don Ramón aparece sentado en un banco sobre el cual ha dejado unos guantes de mármol y una chistera del mismo material. Tiene unas botas de cartera cuyo precio en mármol ignoro, pero que, en cabritilla o tafilete, ha debido oscilar alrededor de las veinticinco pesetas.
Algo estridente, como si acabara de rasgarse la vieja decoración del fondo; un silbido rabioso, feroz, desesperado, que pareció hacer oscilar las luces de la sala. ¡Silbar a Franchetti antes de oírle! ¡Un tenor de cuatro mil francos! La gente de palcos y butacas miró al paraíso con el ceño fruncido; pero arriba la protesta fue más ruidosa. ¡Granuja! ¡Canalla! ¡Golfo! ¡A la cárcel con él!
Adelaida cantó al arpa el aria de Desdémona, assisa al pie d'un salice, con un gusto y afinación que encantaron al rey Buby. No era Adelaida bonita, pero tenía modales muy distinguidos, y hacía oscilar su rabo con cierta melancólica coquetería, que revelaba, sin duda, alguna pena secreta.
Gerardo Lautrec, que estaba sentado a su lado en una silla de tijera, se levantó al verme subir la escalinata. Luciana me ofreció distraídamente la mano y continuó en seguida la conversación interrumpida a mi llegada. ¿De modo que querría usted estar ya lejos de Francia? Adoro a mi país, pero francamente, pasarse la vida en oscilar desde el Luxemburgo al parque Monceau es un poco monótono.
De pronto, El Dragón se detuvo y se puso a oscilar. Parecía un animal moribundo. La proa fué hundiéndose, hundiéndose ... hasta desaparecer en las aguas, y la popa se levantó en el aire. Luego la popa fué bajando y metiéndose en el mar y se formaron torbellinos y grandes olas encima. Las velas fueron desapareciendo majestuosamente y no quedó ni rastro de El Dragón.
Fumaba incesantemente, aprovechando la generosidad de Ojeda, que le ofrecía cigarro tras cigarro. Su cabeza empezó a oscilar. Se entornaban sus ojos para abrirse de repente con un azoramiento de sorpresa, volviendo a cerrarse poco después. Al fin se durmió, y su respiración estuvo próxima a convertirse en sonoro ronquido. Tenía la costumbre de acostarse temprano.
Así perdió un segundo, un segundo precioso. El andar del convoy se aceleraba, como el columpio que, empezando a oscilar, describe a cada paso curvas más abiertas, y vuela con brío mayor por los aires. Precipitadamente y sin mirar al terreno, saltó Miranda a la vía, para alcanzar los vagones de primera, que en aquel punto desfilaban ante sus ojos, como mofándose de él.
Bonis sintió que el rostro de los más indiferentes, hasta el de los pilluelos que esperaban la calderilla, tomaba expresión de interés, de cierto enternecimiento. Las luces parecían cantar también al oscilar con ritmo; brillaban más rojas; los dorados del cura y del baptisterio se hicieron más intensos, más señoriles; los monaguillos, tiesos, solemnes, daban indudable respetabilidad al acto.
Hasta me parece que me he convertido en parte integrante del medio que nos rodea; me siento homogéneo á las hierbas flotantes, á la arena que se arrastra por el fondo, á la corriente que hace oscilar mi cuerpo; miro con extrañeza los árboles que se inclinan sobre el arroyo, los espacios del cielo azul que se ven por entre las ramas, y el escueto contorno de las montañas que distingo á lo lejos en el horizonte. ¿Es acaso real todo ese mundo exterior?
Palabra del Dia
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