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Actualizado: 1 de junio de 2025
Además, al contemplarla tan hermosa, idealizada, transfigurada, casi me atreveré a decir, divinizada por el sufrimiento, sentía hervir mi sangre, latir mi corazón, abrasarse mi cabeza. Yo estaba loco. La misma fuerza de mi locura me contenía, impedía que yo lo olvidase todo, que empujase la débil puerta que me separaba de ella y que me arrojase en sus brazos. Yo blasfemaba.
Tuvieron, sí, el mérito de no destruir la civilización de los países que ocuparon: de aceptar y de recibir en cada región algo de lo que allí se sabía, ya conservándolo para que no se olvidase ó se perdiese, ya siendo como vehículo para llevarlo de una región en otra.
Impulsada por tan benéficas miras, pronto atrajo Rafaela a su casa al joven Arturo; y pronto también logró que olvidase los devaneos de París y que reconociese que ella era por todos estilos más guapa que cuantas mujeres habían ido a cenar con él en el Café Inglés, en la Maison Dorée o en los kursaals que regocijaban y animaban, en aquellos días, las inmediaciones del Taunus y de la Selva Negra.
Los incidentes de la campaña electoral hicieron que Castillejo olvidase á Olga. Pero no podía olvidar igualmente al ingeniero.
Mientras la arrastraban, Lita iba repitiéndose la mágica fecha, para que no la olvidase su memoria de pajarito... Todavía al despedirse de Ramón hasta el día siguiente, le recomendó otra vez: ¡No vayas a perder el apunte! Ramón se alzó de hombros ante tanta insistencia, y se volvió a la cocina ligeramente disgustado por la poca atención que mereciera su abanico de papel de colores...
Todo esto lo debo á usted, gentleman decía con entusiasmo, mirándole á través de su lente .¡Si hubiese visto anoche con qué interés escucharon la descripción que hice de su persona más de veinte mil mujeres!... Y para que olvidase su abandono del día anterior iba describiéndole el aspecto del enorme público y las salvas de aplausos con que fueron acogidos sus períodos más elocuentes.
Vamos a tener dentro de un momento al lado personas extrañas; es necesario que delante de ellas no me hables de usted. Aquello era ir de mal en peor. Comprendí que no podía vivir al lado de Amparo sin que muy pronto me olvidase del todo y me convirtiese en su tirano. En el tirano de una víctima resignada.
Pues que vos le conocisteis, señora, dijo Margarita, y a la dama que sin pretenderlo y sin menoscabo de su decoro, que bien lo creo, fue causa de que de mí se olvidase, decidme os ruego cuáles fueron sus aventuras, que sin duda a un desastrado fin le llevaron.
Prometió todo lo que el otro quiso, bebió un número prodigioso de cañas y declaró terminantemente que su hermana sería una sinvergüenza si algún día olvidase lo que le debía. Velázquez, por su parte, se había puesto también de excelente humor. Atiende, Miguelillo, no quiero que andes ya más á salto de mata. Te vas á mi casa, ¿entiendes?
Después de la sonrisa de saludo ya no le había mirado más. Sus ojos pasaron repetidas veces sobre él de un modo maquinal, sin llegar á verle. Era uno de tantos curiosos espectadores de su triunfo. En el mundo sólo existían en aquel momento la baraja y ella. Su despecho le hizo sentir una indignación de moralista. Nada le importaba que Alicia se olvidase de él.
Palabra del Dia
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