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Actualizado: 1 de junio de 2025
¿Es probable que fuera tanto nuestro engaño? No: lo es sí que nuestro afecto anterior no nos dejaba ver sus lunares; y que nuestro actual resentimiento los exagera ó los finge. ¿Por ventura no creíamos posible que el amigo pudiese negarse á prestar un favor, ó se portase mal en un negocio, ó en un momento de mal humor se olvidase de su ordinaria afabilidad y cortesía?
Su fisonomía simpática y varonil iba contrayéndose por momentos con expresión de dolor, que, al fin, logró conmoverme y que me olvidase de mí mismo. Luego, con voz alterada, me dijo que me agradecía la noticia y que sentía no se la hubiese dado primero, lo cual dudé un poco. Pensar en que había de volver a hablarle más que como amigo y con la mayor ceremonia posible, era pensar lo excusado.
La ventana correspondiente al otro lado, era sin duda la de Antonieta. Temía vivamente que ésta olvidase mis instrucciones y el ataque nocturno de que debía de fingirse víctima a las dos en punto.
Se multiplicó para dar testimonios de alegría. Sí, una enemistad antigua, había terminado. La boda de aquellos queridos hijos había sido la ocasión de perdonar las injurias. El señor Roussel había llegado con los brazos abiertos pidiendo que todo se olvidase y ella no había creído que debía negarse á la indulgencia. Tal conducta no hubiera sido propia de una mujer ni de una cristiana.
Esto debo quedar en secreto. Además, no supone gran cosa: sólo significa que me falta el tiempo. El libro lo doy yo hecho; usted no tiene mas que escribirlo. ¡Ay, si yo no estuviese tan ocupado! Aún le recomendó otra vez que no olvidase los sumarios de los capítulos y las notas, muchas notas, con gran desfile de autores. Esto viste mucho.
»Madrid como pueblo tolerante y centro de placeres para todos los gustos y para todas las inclinaciones, ya sabes, por mis relatos, lo que me promete. Aquí, según lo que me ha pasado, todo el mundo puede hacer lo que más le acomode, sin perjuicio del prójimo, por supuesto; pero es á trueque de romperse el alma con todos y cada uno de los que opinen de otro modo: esto es lo que yo ignoraba y lo que menos me conviene. En una palabra, para que yo viviera á gusto y disfrutara de todos los placeres con que brinda Madrid á los desocupados, sería preciso que olvidase todas mis costumbres y se cambiasen las condiciones de mi naturaleza: esto es tan imposible como que yo vuelva á leer un artículo de fondo, después que sé cómo y por qué se escriben. No por ello me pesa el viaje, pues te he dado un abrazo y he conocido lo que vale el inculto rincón de mis mayores, trocándole por la civilización.
Eran unos desgraciados nada más, y esto bastaba para que olvidase su origen.
»Me limité a recomendarla que no se olvidase de bajar bien abrigada. Así acababa de prometérmelo cuando entró su padre a verla. »Cuando, a las diez, salimos juntos del aposento, me dijo el doctor: » Ya has tenido ocasión de ver que he fiado en tu palabra, porque te he dejado solo con ella. Comprendí que tenías que decirle muchas cosas.
No estaba seguro de poder reanudar el idilio, y ya entreveía la contingencia de tener que romperlo. Sin embargo, ni por un momento se le ocurrió la idea de salirse fuera del paseo y volverse a casa, renunciando a la cita. Sólo la idea de mirar a Cristeta cerca de sí, de contemplar su hermosura y oír el timbre de su voz, bastaba para que olvidase todo lo demás.
Ningún animal de clase superior abandona o desconoce a su cachorro, y sois muchos los hombres que volvéis la espalda al hijo, por miedo a lo que las gentes puedan decir. Si teniendo yo un hijo me enamorara locamente de la mujer más hermosa del mundo y ésta me exigiera que lo olvidase, ahogaría mi pasión para no abandonar al pequeñuelo.
Palabra del Dia
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