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Actualizado: 1 de junio de 2025
»En fin, me resolví en que poco amor, poco juicio, mucha ambición y deseos de grandezas hicieron que se olvidase de las palabras con que me había engañado, entretenido y sustentado en mis firmes esperanzas y honestos deseos.
Por otra parte, no cabía en la imaginación ni en el pensamiento de Nuño que doña Mencía olvidase a su esposo D. Jaime y fuese infiel a su memoria. La desproporción de edad hacía, por último, inverosímiles las relaciones amorosas. Doña Mencía hubiera podido ser holgadamente madre de aquel lindo muchacho.
Aun suenan en mis oídos sus consejos y aun podría repetir sin equivocarme la multitud de oraciones que me hacía decir de rodillas sobre la cama a la hora de acostarme... Esto no se puede olvidar, María..., ¡sería un infame si lo olvidase!... Hoy los mismos consejos vuelven a salir de unos labios idolatrados... ¿Cómo quieres que no sea para mí dulce la religión viniendo siempre predicada por los seres a quienes más he querido y respetado en mi vida?... Sí, hermosa mía, soy religioso por nacimiento y por convicción, y espero serlo aún más fervoroso con tu ayuda.
Alborotóse Rocinante con el estruendo del agua y de los golpes, y, sosegándole don Quijote, se fue llegando poco a poco a las casas, encomendándose de todo corazón a su señora, suplicándole que en aquella temerosa jornada y empresa le favoreciese, y de camino se encomendaba también a Dios, que no le olvidase.
Su traje de campo estaba sucio de polvo; lo llevaba con descuido, como si olvidase aquella arrogancia que le hacía ser considerado como el más elegante y majo de los jinetes rústicos. ¿Pero estás enfermo, Rafael? ¿Qué te pasa? exclamó Montenegro. Penas dijo lacónicamente el aperador. El domingo pasado no te vi en Marchamalo; y el otro tampoco. ¿Es que estás de morros con mi hermana?...
Azara tuvo que luchar contra las mismas autoridades españolas, que, ó no comprendieron, ò tenian en menos sus representaciones. Esta indiferencia le pareció sospechosa, y acusò de cohecho al Gobernador del Paraguay. Sus relaciones oficiales con este funcionario tomaron desde luego un carácter austero y hasta descomedido, que solo la conciencia de alguna culpa secreta pudo hacer tolerar en un inferior. Débil y circunspecto en las contestaciones, el Gobernador cifrò su venganza en los desaires, que despreciò Azara á pesar de su génio irritable. Solo al cabo de muchos años puso en los apuntes, que comunicó al Señor Walckenaer, para que no lo olvidase en su biografia, que, "preguntando un dia donde estaban las llaves del archivo, le fuè contestado, que se las habia llevado al campo un dependiente del Gobernador." Desde entonces ya no volvió
El corazón de éste era impresionable hasta el exceso, y de aquí que olvidase pronto su pasión, dominado por otra nueva.
Al parecer D.ª Beatriz, su madre verdadera, no lo consentía y hasta procuraba con todas sus fuerzas que Demetria olvidase á la aldea de Canzana y á sus habitantes. Pero no conseguía su propósito.
Echaba en cara a Febrer su origen y su orgullo, que le habían impulsado a huir sin despedirse de los amigos. «Al fin, de raza de inquisidores.» Sus abuelos habían quemado a los de Valls: ¡que no lo olvidase!
Aquel vicioso que tan mal había empleado su tiempo, se sorprendía ahora de verso ocupado en puerilidades, y bastaba cualquier síntoma de dolencia en Isabelita, para que se olvidase de los negocios de Estado y de los malos pasos en que andaba la corona.
Palabra del Dia
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