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Alborotose Cervantes, y juró que él había de desollar al rapista y poner de claro en claro quien el que por él con la Inquisición había intercedido fuese, aunque él lo sospechaba ya; y para salir de sospechas pidió a doña Guiomar licencia para salir, prometiendo que con la noticia de lo que averiguase volvería; con lo qué por el postigo del jardín, que la misma doña Guiomar abrió, saliose, y doña Guiomar quedose con Margarita, mostrándose para ella tan buena y cariñosa, como negras y envenenadas tenía contra ella las entrañas; y con el dolor que Margarita decía sentir por la reciente muerte de su madre, disimulaba las ansias y las congojas que por aquel su amor, que ya esposa de Miguel de Cervantes la hacía, la atormentaban; espantábanla los recelos, y viendo tan enamorada de Cervantes, y de tanto valer a doña Guiomar, temía que una vez poseedor de ella Cervantes, la posesión de la hermosísima viuda no perdonase, y que siendo ella pobre y la otra rica, y desventurada ella y dichosa la otra, con la otra se casase, dejándola a ella para que muriese desesperada.

Alborotóse Rocinante con el estruendo del agua y de los golpes, y, sosegándole don Quijote, se fue llegando poco a poco a las casas, encomendándose de todo corazón a su señora, suplicándole que en aquella temerosa jornada y empresa le favoreciese, y de camino se encomendaba también a Dios, que no le olvidase.

Alborotóse el huésped, y aun los huéspedes; porque así como los cometas cuando se muestran siempre causan temores de desgracias e infortunios, ni más ni menos la justicia, cuando de repente y de tropel se entra en una casa, sobresalta y atemoriza hasta las conciencias no culpadas.

Alborotóse el tío Frasquito pensando ¡ciertos son los toros!, e inmutado y nervioso y lleno de sobresalto, comenzó a mirar a los criados, diciendo por lo bajo: ¡Calla, hombre, calla!... En el boudoir tomarremos el café y allí nadie vendrrá a incomodarrnos.

Zarapicos no jugaba al muerto; no hacía gestos para hacer reír a sus compañeros; no decía con voz doliente ¡madre! para representar una comedia; era que se moría realmente... Temblando, pálido y siniestro, con los ojos secos, sin tener clara idea de su acción, Pecado arrojó el arma que había sido juguete. El instinto le mandaba huir, y huyó. Alborotose en un instante el barrio de las Peñuelas.

Acudieron dos lacayos suyos a levantarla, y lo mismo hizo el alcalde y los alguaciles; alborotóse la Puerta de Guadalajara, digo, la gente baldía que en ella estaba; vínose a pie mi ama, y mi marido acudió en casa de un barbero diciendo que llevaba pasadas de parte a parte las entrañas.

El rei don Juan I.º alborotóse con la vileza de los judíos cómplices en tal infamia; i asi dispuso que don Zulema i don Zag, que dieron órden de matar á don Juzaf Pichon, fuesen muertos públicamente, i al alguacil quiso castigar con igual pena; pero los caballeros del reino intercedieron por él, representando que fué dirigido en su acción por el albalá que dió el mismo rei, i por los engaños de los judios; i que en obedecer lo mandado no habia culpa de ningún linaje.

Pues, como no hallaron el santo, alborotóse el pueblo, y pareciéndole que había sido milagro, quedóse el autor atónito. En otro lugar describe así las diversas clases de compañías que en su tiempo recorrían el país: «Habeis de saber, que hay bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, boxiganga, farándula y compañía

Entonces la señora dió voces, alborotóse el vecindario, acudió la ronda, y con universal sorpresa hallaron moribundo al honrado Vilches, quien cantó de plano y denunció a sus compañeros de empresa. Todos se hicieron lenguas del arrojo de doña Feliciana, y en Lima no se hablaba de otra cosa. De haber habido periódicos, la habrían consagrado estrepitoso bombo en la crónica local.

Alborotóse el tío Frasquito, juzgando que le salían los tres sellos harto caros, y vencido al fin por las razones, vaticinios y amenazas de Jacobo, aprontó el dinero que le estafaban y despidió al compadre haciendo pucheros. Acrecentáronse sus temores al verse solo, sintióse malo y se metió en la cama, dando orden rigurosa de no recibir a nadie.