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Actualizado: 4 de junio de 2025


Tambien moria el sol al otro dia, y ella y él, caminito de la fuente que entre los olmos murmurar se oia, iban pausadamente; ella lloraba y él se sonreia.

Lindante con el antiguo caserón de aspecto conventual había un gran jardín, y en su centro, una casa ceñida por macizos de verdura y sombreada por álamos y olmos seculares. Casa y jardín decían con mudas voces que en ellos habitaba mujer, y mujer joven.

Sobre todo, un rincón había en la vega, donde la naturaleza, empeñada en vencer con su espontaneidad los artificios de la horticultura, logró reunir alrededor de un rústico pozo que suministraba muy fresca agua, dos o tres olmos más anchos que copudos, un grupo gracioso de mimbres, helechos y escolopendras, un rosal silvestre, algo, en fin, que rompía la uniformidad de la hortaliza.

Reynoso atravesó el bosque por un lindo y retorcido camino enarenado que él mismo había hecho construir. Al cabo de algún tiempo de marcha el bosque dejaba de ser espesura sombría, impenetrable, y se transformaba en monte ralo de olmos y encinas por cuyos grandes claros pastaban algunas vacas negras y bravas con sus chotillos al lado. El pastor le salió al encuentro.

A un lado queda el pueblo, que asoma sobre la verdura de los huertos; la blanca torre de la iglesia resalta junto a un ciprés enorme; las palmeras se recortan con sus ramas péndulas en el azul luminoso. Al final de este camino sesgo se encuentra una alameda. Es una alameda compuesta de cuatro liños de olmos y acacias.

19 Daré en el desierto cedros, espinos, arrayanes, y olivas; pondré en la soledad hayas, olmos, y álamos juntamente; 20 para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del SE

Olmos y Rico dicen A todos sus guerreros: «Valientes compañeros, «Ya vamos á partir; «El fuego de la Patria «En el alma llevemos «Y por ella juremos «Libertad ó morir. «Para salvar las armas «Dejamos este suelo; «Buscando con anhelo «Campo en que combatir: «Y sea nuestro grito «Al dejar esta playa, «Y al entrar en batalla «Libertad ó morir

Mas no sigas... Detente... Si supieras que al sentir en mis labios tu frescura, me vida el dolor, te detuvieras... Tánta es la hiel que en mi labio apura, que tornándose dulce el mar, pudieras sola devolverle su amargura. Iba cayendo el dia, y ella y él, caminito de la fuente que entre los olmos murmurar se oia, marchaban vivamente; ella lloraba y él palidecia.

De pronto retardó el paso, se apoyó más en mi brazo como si tratara de buscar un apoyo para dominarse y moderar cierta efervescencia que tendía a desbordarse. Me di cuenta de que había llegado al término de una pesquisa. Dos mujeres se dirigían hacia nosotros siguiendo el borde de la avenida, misteriosamente abrigadas por la sombra de los olmos.

Movían sus cabezas los olmos, los pinos, las carrascas, las encinas; vibraba la orquesta inmensa del bosque, y de un extremo a otro esparcíase el lamento de la sinfonía salvaje, despertando los ecos en las cañadas, aguzándose en las alturas, volviendo a descender en busca de nuevas masas de árboles que repitiesen este suspiro de arpa temblorosa.

Palabra del Dia

lanterna

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