Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de junio de 2025
Castelli, Rico y Olmos Al frente de sus bravos A los torpes esclavos Prometen humillar. Y en alto los aceros Al combate! gritaron, Y al combate volaron Al son de himno triunfal. En su entusiasmo de héroes, En sus nobles facciones, Conoceis los campeones De Salta y de Maipú?
Después, toda la extensión del hermoso valle poblado de casas, de árboles, de flores, de ganados; a lo lejos las montañas con sus laderas cubiertas de bosques, sus eminencias rojizas y azules y sus cúspides encaperuzadas con una blancura en la cual nuestra viajera creyó ver enormes montones de plumas, encima el cielo sin fin, el sol de la mañana dando vivos colores a todo el paisaje, garabateando el agua con rayos de luz, produciendo temblorosos reflejos en el follaje de los olmos, y reverberando en las sementeras pajizas, salpicadas aquí y allí de manchas de amapolas. ¡Esto sí que se llama vivir!
Veíanse soberbios plátanos de espléndido ramaje con sus anchas hojas erizadas de picos; magníficos olmos de oscura copa tallada en punta como las agujas de las catedrales, y formada de espesísimas y menudas hojas; grandes y robustos castaños de aspecto patriarcal, exuberantes de salud y frescura; al lado de éstos ostentaban los abedules sus blancos y delicados troncos.
Hay dos cocinas con humero de ancha campana. Hay palomares eminentes. Hay una cuadra con mulas y otra con bueyes. Hay un corral con pavos, gallos, gallinas, patos, y otro con cerdos, negros, blancos, jaros. Hay dos pajares repletos de blanda y cálida paja... Ante la casa se abre una alameda de almendros. Cuatro, seis olmos gayan la plazoleta con su follaje.
No había camino del castillo a la puerta de la tapia; la avenida principal estaba casi borrada por las hierbas y por los arbustos. En dos ventanas del castillo brillaban luces; miradas melancólicas que parecían observar algo a través del follaje. El jardín tenía grandes olmos copudos, como haciendo centinela, y muchos rosales que aun conservaban marchitas rosas blancas.
Aquella palabra, Ormessón, pareció despertar en ella una serie de recuerdos debilitados ya; siguió atentamente con la vista la dilatada avenida plantada de olmos, todos torcidos hacia el mismo lado por los vientos de la parte del mar, y sobre la cuál se cruzaban muy distantes aún, carromatos que rodaban, los unos acercándose a Villanueva y alejándose los otros.
Echó a andar por la sombra de una tapia, cruzó dos o tres calles, atravesó una plaza, y metiéndose por pasadizos y solares, para acortar distancias, vino a desembocar en un paseo de olmos, jigantescos, cuyo ramaje se entrelazaba formando bóveda de sombra, bajo la cual, le esperaba, sentada en un tronco derribado, una mujer joven, limpia y graciosa, que tenía delante una cesta, al lado un perro, y en el regazo un niño.
Palabra del Dia
Otros Mirando