Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 17 de julio de 2025


El Olimpo pagano era un semillero de aventuras eróticas: Júpiter y Apolo perseguían a las ninfas como los banqueros de nuestro siglo a las costurerillas; Venus y Juno tenían caprichos como nuestras grandes damas, se prendaban de la gallardía varonil, y escogían amante entre semidioses de segunda fila y rústicos pastores. La antigüedad clásica, no deja, sin embargo, de llevar ofrendas a las aras.

Se alza como hito militar en la carretera que seguían entonces las naciones. Muchas otras montañas del mundo helénico debían á sus nieves resplandecientes el nombre de Olimpo ó luminosa, pero ninguna lo merecía tanto como la de Tesalia, cuya cumbre servía de trono á los dioses.

Así como la gloria de la imperceptible Grecia sobrepuja en brillo á la de todos los imperios de Oriente, así el Olimpo, la más alta y bella de las montañas sagradas de los helenos, ha llegado á ser en la imaginación de los pueblos el monte por excelencia: ninguna cima, ni la del Meru, ni las del Elburs, el Ararat ó el Líbano, despierta en el espíritu humano tantos recuerdos de grandeza y de majestad.

Y si no engaña el amor propio, si en realidad tenemos ese superior entendimiento, y no llegan las circunstancias favorables en que se muestre, lo mejor es callarse, resignarse y vivir como viven los hombres menos despejados, sin presumir de genios, sino trabajando humildemente para ganarse la vida, tratando de igual a igual con los seres vulgares, y reservando el superior entendimiento para hablar con Dios o con seres sobrenaturales, o para conversación interior con uno mismo, si no cree en nada el semigenio, o si, a pesar de su categoría mental, no se dignan los ángeles ni los númenes bajar del cielo o del Olimpo a fin de tener con él un rato de palique.

Siempre estaba Júpiter, el rey de los dioses, sin saber qué hacer; porque su hijo Apolo quería proteger a los troyanos, y su mujer Juno a los griegos, lo mismo que su otra hija Minerva; y había en las comidas del cielo grandísimas peleas, y Júpiter le decía a Juno que lo iba a pasar mal si no se callaba enseguida, y Vulcano, el cojo, el sabio del Olimpo, se reía de los chistes y maldades de Apolo, el de pelo colorado, que era el dios travieso.

Por supuesto que mi tío dejaba hacer y jamás demostró celos por aquellos actos de su mujer; tenerlos habría sido tan temerario como si los griegos los hubiesen tenido de Júpiter, cuando el rey del Olimpo hacía sus parrandas nocturnas por sus hogares.

Como la puerta hubiese quedado abierta, Mario vio cruzar por el pasillo un hombre que por su figura arrogante y proporcionada, por su alto desprecio de los cuidados terrenales, por la varonil grandeza con que había matado en su corazón hasta los más pequeños gérmenes de la sensibilidad, por la perfecta seguridad con que gozaba de la vida debía de recordarle aún mejor que su esposa los seres que habitaban en la cima del Olimpo.

Irguióse la otra como una Juno a quien dijeran que la ninfilla más patimondada del Olimpo iba a sentarse en su carro tirado por pavos reales, y contestó desdeñosamente: ¿A ?... Jamás me ha merecido ni un bostezo, que es el último de los gestos despreciativos... También la marquesa de Villasis hacía sus observaciones.

Luminoso éter bañaba la cumbre del Olimpo y jugueteaba en la cabellera de los dioses: nunca perturbó la tormenta el descanso de aquellos dichosos seres, ni lluvia, ni nieve caía sobre la espléndida cúspide. Las nubes amontonadas por Zeus se enrollaban á sus pies, alrededor de los peñascos que formaban el soberbio cimiento de su trono.

Pero supongamos que un filósofo se digna descender del olimpo de las abstracciones incomprensibles, y no se desdeña de hablar el humilde lenguaje de lo mortales, presentando el argumento psicológico bajo una forma mas sencilla, ¿quién sabe si la conviccion producida seria algo mas difícil de destruir? ensayémoslo.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando