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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Y si no engaña el amor propio, si en realidad tenemos ese superior entendimiento, y no llegan las circunstancias favorables en que se muestre, lo mejor es callarse, resignarse y vivir como viven los hombres menos despejados, sin presumir de genios, sino trabajando humildemente para ganarse la vida, tratando de igual a igual con los seres vulgares, y reservando el superior entendimiento para hablar con Dios o con seres sobrenaturales, o para conversación interior con uno mismo, si no cree en nada el semigenio, o si, a pesar de su categoría mental, no se dignan los ángeles ni los númenes bajar del cielo o del Olimpo a fin de tener con él un rato de palique.

El pudor, la candidez, la inocencia, todas esas prendas, que los hombres estimamos mucho, forman no ya un velo tupido, sino una muralla alta y gruesa, que sirve de reparo al corazón para que no se descubra ni se lea lo que en él importa leer. De aquí el engaño que padecen con frecuencia los hombres más despejados; engaño que no ven sino cuando ya no tiene remedio: después que se casan.

Componíase de un destroncado cuerpo sobre dos no muy iguales piernas, brazos pequeños y los hombros cansadísimos; exornando todo el edificio un sombrero monumental, bajo el cual solía verse, en días despejados, la cabeza más arqueológica que ha existido.

Doce leguas de crestas enmarañadas, separadas por gargantas profundas, detienen frecuentemente al viagero en medio de sus riscos; y cuando cae la nieve en abundancia por la noche y llega á encubrir los desfiladeros, es necesario aguardar á que el sol de algunos dias serenos la derrita para ver despejados los senderos que, aun entónces, solamente en fuerza de la habitud pueden encontrar los guias.

La duda que le mortificaba era esta: «¿Y él? ¿estaba convidado De Pas?». No lo sabía, y no quería marcharse sin averiguarlo. Como pasaba el tiempo, y ya gabinete y salón quedaban poco a poco despejados, el Magistral creyó que debía irse. Se acercó a la Marquesa, pero no tuvo valor para despedirse y le habló de cualquier cosa.

Al cabo, a fuerza de paciencia y resolución, triunfó Julián en su batalla con aquellas alimañas impertinentes, y en los estantes, ya despejados, fueron alineándose los documentos, ocupando, por efecto milagroso del buen orden, la mitad menos que antes, y cabiendo donde no cupieron jamás. Tres o cuatro ejecutorias, todas con su colgante de plomo, quedaron apartadas, envueltas en paños limpios.

La suntuosa catedral de Paris no tiene esos techos despejados, claros, altísimos, atrevidos y majestuosos de la catedral gótica: no tiene tampoco esas bóvedas aplanadas, casi chatas, esa atmósfera oscura, ese horizonte misterioso de la mezquita árabe; no tiene la esbeltez, la elegancia, la virilidad, la pompa sencilla y sublime del palacio griego y toscano.

»Mis contrariedades correspondientes llegué a tener dentro de ello, no te creas, y aun empecé a sentirlas un poco, porque los amigos no son de hierro, y papá no está ya, por falta de costumbre, para abusar de ciertas valentías; pero todo se fue venciendo con la mayor facilidad y hasta con ventajas para ; pues me he avezado a andar sola cuando no tengo quien me acompañe por estos despejados alrededores, y sola voy también con Leto en su yacht, cuando papá no se encuentra de humor para venirse con nosotros.

Resulta de todo ello que como el diputado da empleos a los más activos, ágiles y despejados, quienes naturalmente emigran del distrito, sólo quedan en él los más tontos, torpes y para poco, y éstos, agraviados, lastimados en su amor propio, o desanimados y con poquísimas ganas de trabajar. No hay, por lo tanto, ni industria ni arte, ni adelantamiento, ni mejora posible.

Los dos eran crueles perseguidores de las codornices, peguetas y chochas; pero mucho más terribles y empedernidos aún de las liebres. Apenas venían algunos días despejados, estos veloces o inocentes animales tenían que sufrir una violenta persecución por parte del gremio notarial, activamente secundado por media docena de galgos que, para que mejor corriesen, se les dejaba morir de hambre.

Palabra del Dia

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