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Actualizado: 9 de junio de 2025


Se lo doy a Vd. como recuerdo de que me hizo prisionero. Pues le ofrezco mi alazán en cambio, respondió D. Pedro, como recuerdo de que también fui prisionero de Vd. 125 Montó en seguida en el hermoso caballo, saltó Aliatar sobre el alazán, hizo a Leal la última caricia, y exclamando, ¡Que Alá los guarde! se marchó a galope tendido.

No les entretengas ahora. Que coman y beban un poco. Necesitan entrar en calor... Dispensen ustedes si les ofrezco tan poca cosa. ¿Qué les daré, Dios mío, qué les daré?

Real y verdaderamente os digo, señores que me oís, que a me pareció todo lo que aquí ha pasado que pasaba al pie de la letra: que Melisendra era Melisendra, don Gaiferos don Gaiferos, Marsilio Marsilio, y Carlomagno Carlomagno: por eso se me alteró la cólera, y, por cumplir con mi profesión de caballero andante, quise dar ayuda y favor a los que huían, y con este buen propósito hice lo que habéis visto; si me ha salido al revés, no es culpa mía, sino de los malos que me persiguen; y, con todo esto, deste mi yerro, aunque no ha procedido de malicia, quiero yo mismo condenarme en costas: vea maese Pedro lo que quiere por las figuras deshechas, que yo me ofrezco a pagárselo luego, en buena y corriente moneda castellana.

-Todo podría ser -dijo el cura. Y, dejándolos, se volvió adonde estaba Dorotea, la cual, como había oído suspirar a la embozada, movida de natural compasión, se llegó a ella y le dijo: ¿Qué mal sentís, señora mía? Mirad si es alguno de quien las mujeres suelen tener uso y experiencia de curarle, que de mi parte os ofrezco una buena voluntad de serviros.

Expuse tantas veces la vida por cosas que á la larga no me importaban, que nada tiene de particular que la exponga por mi señora. Gracias, gracias, Periquillo... No querrá Dios que sea víbora... Ofrezco una misa á la Virgen del Carmen si no te sucede nada... Mira, vámonos de aquí... Estoy agitada... nerviosa... Vámonos, vámonos pronto.

Le declaro, pues, que si no pone fin a tal escándalo, tengo bastante influencia con el ministro de la casa del Rey para conseguir que sea usted despedida de la Opera. Si, por el contrario, abandona inmediatamente a mi sobrino, como quiera que el fin santifica los medios, le ofrezco dos mil luises y la absolución de sus faltas, etc., etc

Vuelvo á decir, señor, que es grande lo que os ofrezco, aun ofrecido á V. A., á cuya vista sólo los trabajos, afanes y fatigas de los Jesuitas en cualquiera línea, pueden ser grandes, y en esta, del mayor aprecio de vuestra alta estimación. Y vuelvo á decir que basta esta sola prueba para desempeño de mi proposición que en otro sentido debiera con razón juzgarse osadía.

Yo, pues, agradecido a la merced que aquí se me ha hecho, no pudiendo corresponder a la misma medida, conteniéndome en los estrechos límites de mi poderío, ofrezco lo que puedo y lo que tengo de mi cosecha; y así, digo que sustentaré dos días naturales en metad de ese camino real que va a Zaragoza, que estas señoras zagalas contrahechas que aquí están son las más hermosas doncellas y más corteses que hay en el mundo, excetado sólo a la sin par Dulcinea del Toboso, única señora de mis pensamientos, con paz sea dicho de cuantos y cuantas me escuchan.

Acabaremos aquí el verano y el año que viene haré preparar vuestras habitaciones y un hermoso estudio en el edificio donde están situados los cuartos de los amigos ... Usted le conoce, porque allí fué donde pasó la enfermedad producida por su accidente ... Estaréis, por tanto, independientes, y yo gozaré de vuestra presencia.... Comeréis conmigo, si así lo queréis, y recibiréis á vuestros amigos como si fueseis los dueños de la casa ... Yo seré la que represente el papel de una invitada ... En París os ofrezco el entresuelo de mi casa de la calle de Courcelles ... Yo vivo en el primero.

ALARA. Bésoos los pies, señor mío, Por la merced recebida; Pero soy tan desdichada, Que a sus celos y a su espada Ofrezco mi cuello y vida; Que, como allá no me halle, No ha de creer mi intención, Sino que ha sido invención Por gozarme y engañalle; Pero ya, después que os veo Tan gallardo, ilustre y fuerte, Tendré por justa mi muerte Y por vida mi deseo: Cuanto publica la fama Es poco en vuestra presencia.

Palabra del Dia

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