Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 27 de septiembre de 2025


Carlos fué tierra; eclipse padecistes Divino sol, pues me quitaba el veros, Opuesto como nube densa y grave Gobernaba la nave De mi vida aquel viento De vuestro auxilio santo Por el mar de mi llanto Al puerto del eterno salvamento, Y cosa indigna, navegando, fuera Que rémora tan vil me detuviera. ¡Oh, como justo fué que no tuviese Mi alma impedimento pan amaros, Pues ya por culpas propias me detengo! ¡Oh, como justo fué que os ofreciese Este cordero, yo, para obligaros!

Retiroso á Génova, donde ayudado de sus amigos, y particularmente de Ticin de Oria, armó una galera, y con ella fué á Nápoles, y ofreciese al servicio de Roberto Duque de Calabria, á tiempo que se prevenia y armaba para la guerra contra Don Fadrique. Hizo Roberto poco caso de su ofrecimiento, y del ánimo con que se le ofrecía, juzgándole por tan corto como el socorro.

En este estado se hallaba, cuando sintió en su corazón que era voluntad de Dios se ofreciese á llevar en Santo Nombre á los Manacicas, que con esta oferta se restituiría á sus fuerzas. Al punto prometió, no sólo darle á conocer á nuevas gentes, sino derramar su sangre por el bien de los prójimos, si fuese esta su voluntad santísima.

Leidas, les declaró brevemente como el rey movido de sus ruegos habia admitido el juramento de fidelidad, que sus embajadores le hicieron; y aunque para sus reinos no podia ser útil el encargarse de su defensa, habia querido mostrar el amor que les tenia, porponiendo su conveniencia á la de ellos, y así le habia mandado que con su persona viniese á gobernarles en su nombre y les ofreciese que siempre acudiria con mayores socorros.

A esto se les añadía el cuidado de tomar lengua de los Chiquitos, del camino y de á dónde caían aquellas Misiones; y los infieles, de industria, les daban mil nuevas felices que venían á parar, por último, en burlas y befas; y Dios, cuyos juicios son inescrutables, no permitió el que se les ofreciese reconocer la playa hacia el Norte, donde el P. Juan Patricio Fernández había dejado algunas señales, por las cuales se pudiesen encaminar á la Reducción de San Rafael.

Pero María mujer de Roger, y su madre y hermanos, que como ladrones de casa conocían bien la condicion de los suyos, sentian muy mal de esta ida, y María, como á quien más le importaba, advirtió á su marido en secreto que no se fuese, ni se pusiese voluntariamente en las manos de Miguel, y que no ofreciese la ocasion á quien con tanto cuidado la buscaba; que advirtiese cuán huérfana quedaba ella, cuán desamparados los suyos si faltase su gobierno; que no fiase tanto de su ánimo; que no diese crédito á sus palabras, nacidas no solo de su cuidado pero de ciertas y seguras señales que tenia de que Miguel Paleólogo procuraba su ruina.

Yo he tenido ciento veinte mil, señor, sin haber hecho nunca nada, ni bueno ni malo. ¡Y no me apartaré de las tradiciones de mis antepasados para obtener menos de la mitad! Me permito llamarle la atención, señor duque, sobre el hecho de que la familia Villanera es digna de tal alianza. El mundo no encontraría nada que decir. ¡No faltaría más sino que se me ofreciese un yerno plebeyo!

El doctor había sido ministro en su país, y esto bastó para que el hombre de mar, inclinándose sobre sus piernas cortas con una galantería versallesca, ofreciese su brazo a la matrona argentina. Tras de ellos se formó la fila de parejas, escogiéndose unos a otros según anteriores preferencias o al azar de la proximidad con bizarros contrastes que provocaban risas y gritos.

Y antes de que él se lo ofreciese, la joven princesa se lo tomó, tirando de él hacia el salón donde estaba el buffet. Nadina se bebió una gran copa de volka, prefiriendo este aguardiente popular al champaña que servían pródigamente los criados. Luego, sonriendo á su acompañante, lo llevó hasta el hueco de una ventana casi oculta por sus cortinajes. ¡Las heridas!... ¡Quiero ver las heridas!

Había éste jurado se había de beber la sangre del apostólico Padre, luego que el tiempo le ofreciese comodidad sin hacer caso de cualquiera de los suyos que se lo procurase impedir, no conociendo, por estar ciego de su pasión, ó no queriendo creer que otro Señor más poderoso, de cuyas manos no podía él huir, había de embarazar y desvanecer sus intentos.

Palabra del Dia

passaro

Otros Mirando