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Actualizado: 27 de septiembre de 2025


Llenó cuatro vasos; y tomando el suyo, miró en torno de ella con indecisión. ¿Dónde cae el Norte? El conde lo señaló silenciosamente. Entonces la dama fué levantando su vaso con solemne lentitud, como si ofreciese una libación religiosa al misterioso poder oculto en el Norte, lejos, muy lejos. Kaledine la imitó con el mismo gesto de fervor.

Ponía empeño en el estudio de las letras, con la mira siempre á lo que el mundo promete y después no cumple; pero como más por disposición ajena que por voluntad propia, había puesto sus esperanzas en las cosas caducas y perecederas, tuvo poco que hacer en él el desengaño; pues considerando los innumerables que llenos como él de esperanzas se habían alistado en las banderas del mundo y no habían alcanzado más premio, después de sus trabajos y fatigas, que quedar desvanecidos y burlados sus intentos, se persuadió á que lo mismo le sucedería á él, si mal aconsejado tomase su partido; pero que si ofreciese sus sudores y trabajos á Dios en el camino de la virtud, lograría, por premio, la gloria.

Pero este fantasma de amor no le valía ya con el Conde. Verdadero amor, aunque nacido de envidia y celos, no le valía tampoco. El Conde, escarmentado ya del amor falso, tomaba por falso el verdadero. Era indispensable que el amor mostrase su verdad y su realidad, sin que ofreciese la más pequeña duda. Elisa ansiaba robar a doña Beatriz el corazón del Conde, costase lo que costase.

El lujo escénico, las decoraciones brillantes y el arte del tramoyista no son de poca entidad, por ejemplo, en cuanto sirven de adorno exterior de un drama bueno, porque traen algunos al teatro, que acaso no acudirían á él si no se les ofreciese otro atractivo que el mérito desnudo de la obra, en cuyo caso servirán de medio ú ocasión para que estos mismos presencien y oigan una composición poética, que concluya, en último término, por agradarle.

Palabra del Dia

passaro

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