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Actualizado: 23 de julio de 2025
Creyó que esta informalidad había ofendido al señor de Avrigny, y se decidió a escribirle oficialmente pidiéndole la mano de Magdalena. Tan pronto como se resolvió a hacerlo, puso manos a la obra, escribiendo esta epístola:
Y así que la tuvo cogida manifestó riendo: Dispensa, querida, la matraca que te he dado. Alguna que otra vez me suelen atacar estos arrechuchos y entonces me pongo insoportable, lo conozco; pero en seguidita me pasan y entonces no soy mal chico, ¿verdad, tú? Lo único que te pido es que sueltes á escape esa cara de regidor ofendido y no me la vuelvas á enseñar en la vida.
Tan presto has ofendido y dado al viento Las justas y amorosas fantasias, Y ocupas la memoria de otras vanas, Deshonestas, infames, y livianas?
Marta, ¿lo oyes? ¡Desear tu muerte! ¿A quién has ofendido nunca? ¿A quién has estorbado nunca? ¿Hay alguien en el mundo a quien hayas demostrado otra cosa que afecto e indulgencia?... Si eso fuera verdad, si pudiera haber, paseándose impunemente por la tierra, un ser tan infame, ¡vaya! sería como para desesperar de Dios y del destino.
Es un monstruo terrible, que se alimenta de los hechos humanos. Se llama la Historia. Yo... ante todo, conviene asentar previamente que... MÁXIMO. No quiero preámbulos... La verdad, concreta, exacta, precisa... Usted ha ofendido a Electra, usted ha trastornado su entendimiento... ¿Con qué palabras, con qué ideas? Necesito saberlo pronto, pronto.
Al fin dijo con débil voz: Me habéis sorprendido, sí, mas no ofendido. Completo y súbito ha sido el cambio realizado en vos. ¿No cambiaréis otra vez en la ausencia? ¡Cruel! ¿Cómo dejar de amaros? ¡Por favor, una sola palabra de esperanza, una mirada, para atesorarla como un bien supremo y saber que puedo seguir adorándoos!
Tal fue la sorpresa del duque a consecuencia de lo ocurrido, que sólo después de algunas horas, y tras larga conversación con su mujer, llegó a convencerse de dos cosas: era senador vitalicio por nombramiento real, y, sin saberlo, había ofendido gravemente al hombre que le encumbraba. Ambos esposos se preocuparon seriamente.
Soy muy mala, ¿verdad que soy muy mala?... Sé que todos piensan eso y nadie se atreve a decírmelo... ¡Sí! ¡soy mala! he ofendido a mi pobre prima; no hago otra cosa que causar pesadumbre a aquellos que más me quieren... Pero es que nadie comprende que todo se vuelve contra mí, que todo me molesta, y la menor cosa me hace sufrir, hasta las más indiferentes y las más gratas.
Mas ¿quién es? ¿Cuál es su nombre? ¿Cómo la viste?... Porque me hayas ofendido con tu abandono, ¿quieres ofenderme más con tu culpable silencio y criminal reserva? La hora del peligro pasó ya, y las entradas y algaradas en tierra de cristianos las guardo hasta mejor tiempo; para hacer más doloroso el mal es fuerza dar a los hombres algún aliento y descanso.
Volviose el familiar desalado a casa de doña Guiomar, y sin más compañía que un alguacil que le llevaba la linterna, en cuanto hubo dejado con miedo, frío y hierros al rapista, y bajo cerrojos, y tomado recibo de su persona; y acontecíale al tal Ginés de Sepúlveda, que así se llamaba este honrado familiar, que no las llevaba todas consigo, y que decía para sí que él debía ser también preso y juzgado por la Inquisición; porque si bien se miraba, él había pecado, aficionándose a una mujer, por en cuanto a su voto de castidad, y había faltado a su obligación en no prender a quien se le había mandado prendiese; antes bien, disculpádola, y excusádola, y puéstose por su pecado de su parte, sin importársele otra cosa; y hubiera querido que le naciesen alas para llegar pronto; y en fin, no vivía de miedo de haber ofendido a Dios, y de ansia por que tardaba en ver aquel hermoso sol que, a la media noche, le había deslumbrado.
Palabra del Dia
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