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Actualizado: 25 de mayo de 2025
A cada momento llegaban mozos cargados de muebles, de alfombras, de cuadros, y un tapicero se ocupaba en adornar á toda prisa un inmenso salón en aquella misma casa. Era ya cerca del obscurecer.
Ansiosa estaba donna Olimpia de rivalizar con la señora Makeda y aun de obscurecer la gloria de otra reina de Etiopía llamada Candace que se hizo cristiana y difundió la verdadera religión entre sus súbditos, inducida a ello por su virtuoso valido, aquel eunuco a quien convirtió el diácono Felipe, explicándole un texto obscuro de Isaías.
Debió de dañar en verdad, más que la recomendación, la advertencia; en nada se alteró la resolución del Ministro de dejar las cosas como estaban, mientras que la bilis del expatriado sufría alteraciones graves al punto de obscurecer las dotes de hombre de negocios.
Esto pasa dentro de nosotros á veces sin repararlo, y por eso quando oimos á alguno que alaba á nuestro contrario, pareciéndonos por las razones propuestas, que quanto el contrario es mas digno de alabanza, tanto menos lo somos nosotros, intentamos con artificio rechazar las alabanzas, ó ponerlas en duda, ó culparle en otras cosas, que puedan obscurecer las alabanzas, y no sosegamos hasta que estamos satisfechos, que ya los demas nos han creido.
Su contrincante le esperaba en la taberna, para beber juntos como buenos camaradas. Y se lo llevaron, rodeándolo respetuosamente, como un testimonio de su gloria, con los mismos honores que una bandera cogida al enemigo. Aresti volvió á la plaza. Comenzaba á obscurecer; la gente se había esparcido por las calles inmediatas, agolpándose á las puertas de las tabernas.
Apenas hay muchacha que se deje acompañar de uno de su igual. El mozo ha de traer por lo menos corbata y hongo, y ha de fumar con boquilla... aunque no tenga plato en que comer. Ninguna se oculta ya para ir al obscurecer acompañada de algún señorito, y a la vuelta de las romerías da grima verlas venir colgadas del brazo de ellos cantando al alta la lleva... ¡Pobrecillas!
Era la calle de los Canónigos, una de las más feas y más aristocráticas de la Encimada. Al obscurecer de aquel día no se podía pasar sin muchos codazos y tropezones por delante de la tienda triste y desnuda de Barinaga. Sus amigos, que habían aumentado prodigiosamente en pocas horas, interceptaban la acera y llegaban hasta el arroyo divididos en grupos que cuchicheaban, se mezclaban, se disolvían.
Apoyé la frente en los vidrios para refrescarla, siguiendo maquinalmente el movimiento de las hojas muertas que el viento levantaba y hacía revolotear hasta la ventana. Comenzaba ya a obscurecer, cuando oí de repente afuera, en el corredor, una voz de mujer que se lamentaba y daba gritos tan violentos, que la enferma, dormida, se estremeció dolorosamente. La cólera me subió a la cara.
Sabéis demasiado: peor para vosotros si no queréis declarar, porque todavía sería tiempo de impedir un gran crimen. Quevedo, sin saberlo, decía la verdad. Los criados de Dorotea se aterraron. Yo sólo sé que la señora estaba llorosa, que no ha comido, y que antes de obscurecer se ha vestido como una diosa dijo Casilda.
Se hizo misántropo. Siempre salía solo, al obscurecer, y volvía pronto a casa. Una noche le llamó la atención un ruido de colmena que venía de la parte de la catedral. Oyó cohetes. ¿Qué era aquello? La torre estaba iluminada con vasos y faroles a la veneciana.
Palabra del Dia
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