United States or Azerbaijan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y si bien no tan aprobadas por los peritos como las Tabernarias i Atelanas: que no admitian otros personajes, que la gente comun una, i la más vil y baxa de la República la otra; bien vistas y bien oidas, al fin, de todos, porque cada una guardava constantemente sus particulares precetos, i congruencias.

27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos vuelva en reproche, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida su majestad, la cual honra toda el Asia y el mundo. 28 Oídas estas cosas, se llenaron de ira, y dieron alarido diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!

De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría. Las vulgares coplas, oídas por Rafael tantas veces en sus juergas con las gitanas, parecían nuevas en los labios de María de la Luz.

Hasta se asegura que Batilo, el más taciturno de los perros conocidos, participó de la opinión general: se alzó sobre sus patas, alargó el hocico y ladró. Pasados los primeros momentos de confusión, Paz recobró aliento, y dijo con voz entrecortada por la cólera: Niña, esas ideas no me llaman la atención. Ya la conocíamos á usted de oídas.

Todos le han conocido, de lejos o de cerca, de vista o de oídas. Don Aquiles Vargas, el primer Aquiles de la familia, padre de don Pablo y abuelo de Quilito, tuvo tienda muchos años en la que se llamó calle de Mendocinos, y en tiempos en que todo andaba revuelto y no se contaba segura la cabeza, supo hacer fortuna comerciando en géneros de las provincias.

¡Cómo no ha de haberlas! y de primera fuerza: pregúntaselo a Voltaire. ¿A Voltaire? ¡Qué mal ejemplo has presentado!... ¿Por qué? repuso Ricardo, turbado visiblemente, pero dando a su voz una inflexión destinada a disimular la contrariedad de haber citado por oídas, ya que nunca había leído ni una línea del famoso escritor francés. Porque cuando Voltaire tuvo viruelas llamó al confesor.

Aquel recibimiento caluroso, la noticia de aquella gran sesión de la célebre Fontana, estimularon el entusiasmo á que siempre propendía su carácter, y se dejó llevar. Quién sabe si había algo de providencial en aquella extemporánea visita á la Fontana. Tal vez le conocían ya de oídas por sus brillantes discursos de Zaragoza. ¿Cómo tal vez? Sin duda le conocían ya.

Los genoveses, triunfadores de los pisanos, cegaban su puerto con las arenas del Arno, y la ciudad de los primeros conquistadores de Mallorca, de los navegantes á Tierra Santa, de los caballeros de San Esteban, guardianes del Mediterráneo, pasaba á ser Pisa la muerta, población que sólo de oídas conoce el mar.

Una a una en melodías nunca oídas, desarrollaba todas las tristezas, todos los ardores, y todas las esperanzas de los corazones muy enamorados. Hubiérase dicho que se dirigía a Magdalena, tan directamente nos llegaba su voz penetrante, emocionada, discreta como si aquel cantor sin entrañas hubiera sido confidente de mis propios dolores.

¿De oídas? dijo ella. añadió después de una breve pausa, he oído lo que dicen los amantes; pero la mayor parte de ellos encuentran en los accidentes del mundo mil medios para poder conservar la vida en la lucha terrible. Sólo algunos, según dicen, por circunstancias especiales de carácter y posición, tienen el triste privilegio de morir irremisiblemente sin victoria y sin defensa.