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Pues yo digo que todos estos torneos y melindres son pura niñería, gruñó Tristán de Horla. ¡Por la cruz de Gestas! No sino dejad que me vinieran á con lancitas y puyazos.... ¿Pues cómo combatirías , Tristán? preguntaron algunos. Varios modos hay de hacerlo, replicó el gigante reflexionando; pero me parece que yo empezaría por romper mi espada. Eso es lo que todos procuran hacer. ¡Ah, no!

Que el sol del mediodía es demasiado ardiente... Que el aire matinal es demasiado frío... ¡Siempre la misma canción! ¿Para qué quiero unos pies tan gustosos de correr, sino se les deja salirse con la suya? Me tratan como a una pobre flor de invernadero, condenada a vivir en un medio artificial. ¿Será que estoy enferma, papá? No, hija mía, no, ¡qué niñería!

Por vida mía, que se le ha de pasar la gana. Ahora mismo voy a presentar mi queja a la policía. ¡A la policía! ¿Estás en tu juicio, hermano? exclamó la marquesa. Si salgo con bien de esta dijo Rafael a Rita , hago voto a San Juan el Silenciario de imitarle durante un año y un día. Mi querido León prosiguió la marquesa , por Dios te ruego que no des tanta importancia a una niñería. Cálmate.

Tuve hasta la niñería de elegir el paraje de antemano, y allí os habría recitado un pequeño discurso, muy preparado, muy estudiado, casi aprendido de memoria, pues desde vuestra partida no pienso más que en este discurso, y me lo recito a misma desde la mañana hasta la noche. Esto era lo que me proponía hacer, y comprendéis que vuestra carta... desconcertó mi plan.

Ojalá no le una cornada a nadie, entonces dijo Juana no despreciando del todo una hipótesis cargada de calamidades imaginarias. A esta muchacha le da siempre por asustarme; me agradaría que Godfrey estuviera de vuelta. Se encaminó a la ventana del frente, dirigió sus miradas lo más lejos que pudo con una inquietud que consideró muy luego como una niñería.

Tal vez en la misma noche en que Arturito y el gaucho reñían un duelo a muerte, ella con el inglesito se había olvidado de todo. El puño del bastón, con su monstruosa y semi-humana figura, de repente se trocó en un espectro para ella; en un espectro que acudía a atormentarla con burlas espantosas. La señora de Figueredo, con todo, no se ahogaba en poca agua ni se asustaba por cualquier niñería.

¿Por qué lloras de ese modo, hija? ¿Por un dicho, por una niñería?... ¡Deja á esa deslenguada que la coma la envidia! Es que yo, madre profirió la niña con trabajo, yo quisiera saber... si ese dicho era cierto... porque ya lo he oído otras veces, aunque nunca se lo dije hasta ahora.

Sin embargo, pocos días ha, dos de los tertulianos tuvieron un duelo, y uno de ellos salió herido. Por fortuna, la herida fué muy ligera. No he podido averiguar la causa de este duelo. Todos me han afirmado que ha sido por una niñería. Yo lo he sentido mucho, porque el duelo fué entre mis dos tertulianos favoritos.

Añadiósele a estas arrogancias ser un poco músico y tocar una guitarra a lo rasgado, de manera que decían algunos que la hacía hablar; pero no pararon aquí sus gracias, que también la tenía de poeta, y así, de cada niñería que pasaba en el pueblo, componía un romance de legua y media de escritura.

«Explícate, hombre añadió doña Lupe, que era viva de genio . ¿Es una niñería?». No, señora respondió el acusado, y esta negación, que era afirmación, empezó a darle ánimos, aligerándole un poco la angustia aquella de la boca del estómago.