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Actualizado: 30 de abril de 2025
Pero no un blanco, sino una especie de chino, que baja por la chimenea la noche antes de Navidad, dejando cosas a los niños como yo que han tenido cuidado de dejar allí sus botas. Eso... eso es lo que me quería hacer creer... Vamos, padre, ¿dónde estás frotando? Estás a un kilómetro del sitio... Dime: ¿no habrá inventado esto para hacernos rabiar a ti y a mí?... No frotes ahí... Contesta.
Al día siguiente aun permanecí en el pueblo, que abandoné el 26, no sin estrechar contra mi corazón aquel virtuosísimo cura a quien la fortuna me había hecho encontrar, y cuya amistad fué para mí de gran valía desde entonces. Nunca, y Vd. lo habrá conocido por mi narración, he podido olvidar "aquella hermosa Navidad, pasada en las montañas."
Síguen otras tres cantigas que de igual modo que esta, cantaron juglares ante el Concejo en los días de Navidad de tres años siguientes, por las cuales recibió el poeta sendas cien doblas.
El sacerdote entonaba el canto del ángel, y el pueblo le replicaba en nombre de los pastores et in terra pax hominibus . Este himno, que después se intercaló en la misa, se había ya divulgado á fines del siglo IV por casi todas las iglesias, afirmando el Cronicón Turonense que en un principio se había destinado á la víspera de Navidad.
Tres minutos después, Isidora se unía a don José en la esquina de la calle, y marchaba hacia su casa con el alma llena de turbación, alegre de la victoria y triste de la pobreza, satisfecha y desconcertada, diciendo para sí: «Me ofende por que soy huérfana, y me insulta porque soy pobre; y a pesar de todo...». Capítulo XIV Navidad
No es posible decidir con seguridad si en este tiempo se había desarrollado el drama religioso, más tarde albergue natural de la alegoría, con sus cualidades especiales; pero las palabras diversa figmenta, monstra, etc., parecen aludir sin violencia á figuras alegóricas. En el libro 3.º de Tirante el Blanco , se habla de los entremeses que se representaban en Navidad.
Don Pompeyo rompió bruscamente sus relaciones con todos aquellos «espíritus frívolos» y no volvió a poner los pies en el Casino. Tomó esta resolución el día de Navidad, cuando supo que por Vetusta se corría que él, don Pompeyo Guimarán, el hombre que más respetaba todos los cultos, sin creer en ninguno, había profanado la catedral oyendo borracho la Misa del gallo.
Entre todas esas casas silenciosas y negras, hechas para el duelo, la tristeza y la mala suerte, ninguna más lúgubre que la situada en la calle de Petits-Champs, número 47 duplicado, ante la cual se detuvo muy temprano, el primer día de Pascua de Navidad, el coche de Cipriano Marenval.
Bajé a medio vestir, tal como estaba, a la sala del piso inferior, donde se encontraban nuestros regalos, bajo el árbol de Navidad. Tanteando en la obscuridad, busqué su plato, recogí los objetos que estaban al lado de éste, y por encima de todo coloqué el paquete de cartas. Cargada de esta manera, me acerqué a su puerta y toqué.
En medio de esa mesa de despacho, había un gran cuaderno abierto... Era Calendal, el nuevo poema de Federico Mistral, que verá la luz pública este año el día de Navidad. Hacía siete años que Mistral trabajaba en ese poema, y cerca de seis meses que escribió el último verso; sin embargo, todavía no se decide a separarse de él.
Palabra del Dia
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