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Actualizado: 25 de junio de 2025
Á estas palabras que le tocaban en lo más profundo de su ser, Marenval palideció, las lágrimas brotaron de sus ojos y sin poder hablar, permaneció temblando de emoción ante sus amigos. Por último movió la cabeza, dió un suspiro que pareció un sollozo y contestó, arrojándose en los brazos de su pariente: Adiós Vesín. Usted sabe á qué atenerse.
«¿No está D. Juan?» le preguntó la Sanguijuelera extrañando no ver allí al dueño del establecimiento. El huso vivo movió bruscamente la cabeza para decir que no, sin dignarse expresarlo de otro modo. «¿Pero dónde está mi hermano?» preguntó Isidora con angustia. La anciana señaló a lo obscuro, diciendo con aterrador laconismo: «En la rueda».
Dos veces se movió un poquito, disponiéndose a descender, y, al sentir sobre sus mejillas ruborosas la mirada inquisitorial de Krilov, permaneció como clavada en su sitio, sin retirar la mano de la barandilla en que se apoyaba. Su guante negro, con un dedo algo descosido, temblaba un poco.
Habiendo yo notado que en varias horas de la noche tocaban las cajas, particularmente a la madrugada, me movió la curiosidad a preguntar a qué fin eran aquellos toques; y me respondieron que siempre habían tenido aquella costumbre de recordar toda la gente en algunas horas de la noche, y que por eso lo hacían.
Aresti estaba pensativo y parecía no oírle. El otro día dijo con lentitud, como si reconcentrase su memoria leí un drama en francés y me acordó de tí. Era La Intrusa de Mæterlinck, ¿Conoces eso?... El millonario movió la cabeza: él no tenía tiempo para la literatura.
Y como doña Catalina ama mucho á Quevedo, con toda su alma ardiente, á la que tan mal dueño has dado en tu sobrino el conde de Lemos, naturalmente, para no perder sus amores, te ha obligado, Lerma, porque tu hija puede obligarte, á que prendas á Quevedo. El duque se movió violentamente en el sillón.
Porque me lo pidió. Deseaba verme. ¿Para obtener dinero a fuerza de amenazas, como intentó hacerlo esa noche memorable en Mayvill? La pálida y abatida niña movió afirmativamente la cabeza. He venido a vivir en esta casa, pero pagando explicó. Isabel Wood, una antigua condiscípula, vive aquí con su madre.
Montaner refiere que la principal causa que les movió á seguir este consejo fué verse ya ricos, y prósperos, y temer, que la sobrada aficion de sus riquezas, y el temor de perderlas, no les hiciera perder algo de su reputacion.
La explicación de la portera saltó de ventana en ventana hasta el último piso. El ruso movió la cabeza con expresión fatal. La infeliz no había dado sola el salto de muerte. Alguien presenciaba su desesperación: alguien la había empujado... ¡Los jinetes! ¡Los cuatro jinetes del Apocalipsis!... Ya estaban sobre la silla; ya emprendían su galope implacable, arrollador.
Estaba todo el pueblo deseoso de ver el fin de aquel suceso, esperando los unos que montando en cólera el Mapono se empeñase en defender, más con obras que con palabras, la divinidad de los demonios, y los otros se prometían éxito más feliz, en que no se engañaron; porque el Mapono quedó asombrado y como aturdido; y siendo, como era, hombre de buen natural, de ingenio pronto y de entendimiento agudo, Dios Nuestro Señor, compadecido de él, le sacó de sus engaños, le alumbró el entendimiento y movió su corazón con tanta eficacia de su gracia, que luego pidió ser cristiano; y en prueba de las veras con que lo decía, confesó delante de todos que él había estado engañado y había engañado á los demás; y que se desdecía y retractaba de cuanto había aprendido y les había enseñado; que no había otro Dios que Jesucristo; y que su santa ley, no sólo era mejor que la de ellos, sino la única y necesaria para la salvación eterna del alma; y que para enmienda de lo pasado, no sólo exhortaba á sus paisanos que la abrazasen, sino que iría á los Jurucarés, Cozacas y Quimiticas para reducirlos á que hiciesen lo mismo.
Palabra del Dia
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