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Actualizado: 20 de junio de 2025


Aquel Escudo, abrigado por las poderosas alas del águila de dos cabezas y encerrado entre las dos columnas de Hércules, con la leyenda de Plus ultra, comprende en sus cuarteles las armas de todos los Estados del augusto Monje.

¡Poverino! ¡Poverino! repetía el monje al caminar lentamente costeando las viejas murallas de la en un tiempo orgullosa ciudad. ¡Pensar que nuestro pobre amigo Burton ha muerto tan repentinamente... y sin decir una palabra! No exactamente una palabra le dije: Antes de morir dio varias instrucciones y dejó algunos encargos, entre los cuales está el haber puesto a su hija Mabel bajo mi cuidado.

El monje, ese hombre cuya cara barbuda había visto en Inglaterra una vez, se había arrodillado, y estaba murmurando sus oraciones y pasando las cuentas del enorme rosario que colgaba de su cintura. Una mujer vestida de negro, con la cabeza cubierta con la santuzza negra que usan las mujeres de Lucca, había entrado sin hacer ruido, y estaba arrodillada a unos pocos pasos de .

Delante de la entrada del gran depósito de las fabulosas riquezas vive aún el grave monje de barba negra, hábito desteñido y usado, fray Antonio, el amigo de los pobres de Lucca, dividiendo su vida solitaria entre la meditación y atender las necesidades de los desamparados de la fortuna de esa populosa ciudad que se levanta en el verde valle toscano. La iglesia de Roma tiene buena memoria.

Había llevado en Cuba una vida de monje sobrio y asiduo, sin contaminarse con la corrupción general de aquella isla verdiaurina y voluptuosa; o, como él decía, pregonando ingenuamente su austeridad: «no he conocido mulata, ni menos negra». De las blancas no hablaba.

Lo que hoy triunfa es la cerveza de Bass, marca T y el bitter de los hermanos Broggi. ¡Viva mi Pepa! Impulso de blandir cachiporra nunca a nadie inspiró la mazamorra, que ella no daba bríos para andarse buscando desafíos, ni faltar al respeto cortesano a la mujer, al monje o al anciano.

Después que pasamos el puente, volvimos a orillar una nueva muralla rocallosa que había a la derecha, atravesamos luego un túnel largo y angosto, y al fin salimos a otro espacio abierto, cuyas dimensiones tampoco nos fue posible calcular. El monje colocó entonces su linterna en un nicho, en cuyo seno había varias velas puestas sobre toscas tablas y aseguradas entre tres clavos.

Sancho amenaza a don Tello contándole que ha derribado el álamo más fuerte y orgulloso de la alameda: símbolo que recuerda aquel de que se sirve el abad de San Ponce de Tomeras para abrir los ojos al rey don Ramiro el Monje, el de la campana de Huesca. Sobre esta leyenda, véase Menéndez y Pelayo, Ob. de Lope, VIII, XLV y sigs.

Distinguíase entre ellos, por su bizarro y marcial aspecto, don Fernando de Vergara, hijodalgo extremeño, capitán de gentileshombres lanzas; y contábase de él que entre las bellezas mexicanas no había dejado la reputación austera de monje benedictino.

Fray Antonio, su amigo ignorado, había sido indudablemente el más íntimo y de mayor confianza. ¿Por qué razón nos había ocultado a todos, hasta a la misma Mabel, esta extraña y misteriosa amistad? Miré fijamente la severa cara del monje italiano, tostada por el sol, y traté de penetrar el misterio escrito en ella, pero fue en vano.

Palabra del Dia

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