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Actualizado: 15 de septiembre de 2024
Distinguíase entre ellos, por su bizarro y marcial aspecto, don Fernando de Vergara, hijodalgo extremeño, capitán de gentileshombres lanzas; y contábase de él que entre las bellezas mexicanas no había dejado la reputación austera de monje benedictino.
Item, se ordena que todo poeta de qualquier calidad y condicion que sea, sea tenido y le tengan por hijodalgo en razon del generoso exercicio en que se ocupa, como son tenidos por cristianos viejos los niños que llaman de la piedra.
Así que, por esta falta, temo perder lo que mi brazo tiene bien merecido. Bien es verdad que yo soy hijodalgo de solar conocido, de posesión y propriedad y de devengar quinientos sueldos; y podría ser que el sabio que escribiese mi historia deslindase de tal manera mi parentela y decendencia, que me hallase quinto o sesto nieto de rey.
Que comúnmente llamaban y le llaman el Sevillano, que le tiene por noble hijodalgo, etc....., y que sabe que yendo un día del año pasado de 1654 o 55 a Palacio a buscar a dicho pretendiente, subiendo por la escalera del cubo que sale a la galería del despacho, sintió que venía otra persona detrás del testigo, y reconoció que era un caballero de la Orden de Calatrava; porfió con él que pasara adelante, y le dijo que no, que supuesto iba a ver a Diego Velázquez, le dijese que su primo D. Fulano Morejón Silva le esperaba.
Este español le dijo, "á fé de caballero hijodalgo, no solo ví cinco caballos atados á las ramas del rábano, sino que comí de él, y lo hallé muy tierno." Con este motivo le habló tambien de un melon del mismo valle de Ica, que pesaba cuatro arrobas y tres libras, y del que se tomó fé y testimonio ante escribano!
Algunos eclesiásticos le abordaban dulcemente y le proponían, cual si fuera por mero esparcimiento, teológicos problemas que rozaban el dogma. Estaba perdido. Aquel hijodalgo que creía no conocer el miedo conoció el terror, un terror sobrenatural, un terror por encima del coraje del hombre. Era el maleficio, el aojo del Rey. Su varonil empaque tomó entonces un aspecto doblegado y taciturno.
Y don Quijote rogó a Pedro le dijese qué muerto era aquél y qué pastora aquélla; a lo cual Pedro respondió que lo que sabía era que el muerto era un hijodalgo rico, vecino de un lugar que estaba en aquellas sierras, el cual había sido estudiante muchos años en Salamanca, al cabo de los cuales había vuelto a su lugar, con opinión de muy sabio y muy leído.
Palabra del Dia
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