Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 23 de junio de 2025


Empezaron a funcionar las modistas, y estas, así como la elección de telas y de sombreros, tuvieron a Isidora febrilmente distraída y excitada durante algunos días. La vanidad le hacía vivir doble y la engañaba, como a un chiquillo, con apariencias de bienaventuranza.

Jacinta gastaba siempre mucho menos de lo que su suegra le daba para menudencias; no era aficionada a estrenar a menudo, ni a enriquecer a las modistas. Los hábitos de economía adquiridos en su niñez estaban tan arraigados que, aunque nunca le faltó dinero, traía a casa una costurera para hacer trabajillos de ropa y arreglos de trajes que otras señoras menos ricas suelen encargar fuera.

Las mulas se pusieron en movimiento, sonaron las campanillas, rechinaron las ruedas y el pequeño convoy, compuesto del coche y del carro, salió de Madrid. Quince días después entraba en París. El duque tomó una hermosa casa en la calle de San Dionisio. Es decir, la compró. La hizo amueblar magníficamente en dos horas. Llamó modistas y vistió á Esperanza de un manera regia.

Las gentes murmuradoras denunciaban sus ocultos convenios con modistas y sombrereras, que les proveían gratis para que propagasen sus invenciones. Pero aquí se detenía la maledicencia. De sus costumbres, de su vida en la casa, ni una palabra. Las rancias familias diplomáticas que habían conocido al ministro jamás tuvieron que amonestarlas por una imprudencia irreparable.

Apresuráronse los preparativos de boda. En cuanto pudo levantarse se fue a Madrid, pero allí recibía todos los días la visita de Clara y Elena y las acompañaba a las tiendas para comprar lo que aún faltaba y para apremiar a las modistas, joyeros y maestras de confecciones.

Las modistas y las grisetas de provincia reemplazaban, sin hacérselas olvidar, a las cantoras y cómicas de París. Buscando un poco se encuentran aún grisetas en las provincias, y Pablo buscaba mucho. Apenas estuvo el cura en presencia de la señora de Lavardens, díjole ésta: Yo puedo, sin esperar la llegada de M. de Larnac, deciros los nombres de los compradores de Longueval.

¡Ah, ya!... Como la vi hablar con usted.... Me estaba dando un recado. Y no es porque yo tenga á menos ser amiga de algunas de esas, sino que como las que cosemos en blanco en las casas tenemos sociedad aparte.... Y no crea usté que nos faltaría motivo para darnos tono con ellas, porque ahí están las modistas que parece que nos honran cuando nos saludan en la calle. ¡Vea usted qué demonio!

Para la aplicación y ostentación de estas mudables reglas de buen tono, cuentan las elegantes de Granada con bastantes coches propios, con dos teatros, con excelentes modistas, con baños de mar en la cercana costa, con su correspondiente Junta de Damas de Beneficencia, y con una deliciosa Rifa de la Inclusa, en público, en una gran tienda de campaña colocada en el paseo del Salón, durante las famosas fiestas del Corpus; tienda que es una copia en miniatura del Paraíso de Mahoma, por lo que respecta á la hermosura de las huríes que premian allí las buenas acciones de los héroes.

Otras veces Azorín permanece largos ratos en una modorra plácida, vagamente, traído, llevado, mecido por ideas sin forma y sensaciones esfumadas. Cerca, en la casa de al lado, hay un taller de modistas, y a ratos estas simples mujeres cantan largas tonadas melancólicas, tal vez acompañadas por la guitarra de un visitador galante.

Entre paréntesis, se distinguen por su independencia en el vestir. Doña Malvina le hace las levitas a D. Horacio, y D. Horacio le arregla los sombreros a doña Malvina. Total, que estos inglesones lo entienden: no gastan un cuarto en sastres ni modistas. Pero voy al cuento. Los pastores se las tuvieron tiesas, y doña Guillermina más tiesas todavía.

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando