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Actualizado: 28 de junio de 2025


En el estilo y manera hay todavía dureza; cada pedazo esta hecho y apurado aparte, con la preocupación de modelar enérgicamente; las sombras parecen recortadas, y en derredor de las figuras, cuyo contorno destaca del fondo con innecesario vigor, falta el aire respirable que es el mayor encanto de las obras de Velázquez, cuando a fuerza de observación llega más tarde a esfumar los cuerpos en la distancia, presentándolos no con su propio aspecto real, sino con el que toman, según el lugar que ocupan.

Traía sabios europeos para la Prensa y las cátedras, colonias para los desiertos, naves para los ríos, intereses y libertad para todas las creencias, crédito y Banco Nacional para impulsar la industria; todas las grandes teorías sociales de la época para modelar su gobierno; la Europa, al fin, a vaciarla de golpe en la América y realizar en diez años la obra que antes necesitara el transcurso de siglos. ¿Era quimérico este proyecto?

Cuando terminaron de modelar varias capas delgadas de pasta, Marta las fue colocando unas encima de otras en una tartera de cobre, formando el lecho de la empanada. Después una de las criadas le trajo el jamón, convenientemente aderezado y cortado en rajas. El pringue sazonado de especias exhalaba un olor irritante y apetitoso que hacía la boca agua.

Calderón, Lope y los demás poetas de su época merecen además ser estudiados más preferentemente, y por otras causas, por el influjo que pueden ejercer en el arte para modelar la forma dramática, y por el íntimo enlace, en sus obras, de los efectos escénicos con la fuerza poética.

Para ser feliz, no necesito más que cariño, sosiego y un mediano pasar. Un cuartito al Mediodía con ventanas al campo aunque esté sobre el tejado; una mujercita sana, risueña, que venga a abrirme la puerta; oírla teclear después de comer alguna sonata de Beethoven... y que me dejen libre alguna hora para modelar cualquier muñeco. Estoy solo en el mundo. Apenas he conocido a mi madre.

De estos factores provino esa resistencia siempre vencida y siempre renaciente del pueblo contra los desmanes y la avaricia de los reyes y de los papas, que alcanza su primera grande etapa en la Magna Carta, arrancada al rey Juan por los barones en 1215, eludida a menudo después, pero jamás borrada del espíritu público, donde se conserva con la fijeza de una constelación en el firmamento; reconfirmada y ampliada en el parlamento de Simón de Monfort, en 1265, echando al mar en Dover la bula que contenía la excomunión del papa contra los barones rebeldes para quedar, desde entonces, como el gran faro nacional para los días de tormenta o de niebla política, mientras en el continente, aun en Escocia y en Irlanda, y con la sola excepción de la Holanda y la Suiza, la sumisión cristiana a la autoridad divina de los papas, los pastores y los reyes, bajo la forma protestante, la católica o la ortodoxa, hacía tabla rasa de todos los sentimientos de independencia individual o comunal, y mayormente en España, donde el Santo Oficio, sentaba sus reales y sus instrumentos de tortura veintiún años después del nacimiento de la Magna Carta en Inglaterra, para modelar a nuestros mayores por el terror máximo en el plan de la más grande intolerancia sectaria y de la más completa sumisión pasiva al altar y al trono.

...Qué quiere usted, me ha vuelto otra vez la manía de modelar en barro. Cuando tengo entre manos alguna figura que me interesa no me acuerdo de nada. Comprendo que hago mal, ¡pero se pasan tan buenos ratos! Romadonga le miró risueño, embelesado, con su acostumbrada benevolencia para todas las locuras. ¡Bravo! Es usted un hombre original.

De no morirse, le habrían nombrado académico. Le habrían obligado a hacer estatuas de filántropos repugnantes, de generales a caballo, de políticos de levita. Hubiera tenido que modelar, con todo su parecido vulgar y ramplón, la cara del hijo ilustre de cada ciudad, que, generalmente, es el cacique de la misma.

La pintura de Velázquez es allí la peculiar de los españoles de entonces, que arrastrados por el instinto realista de la raza, procuraban la mayor verdad: es el mismo modo de ver y reflejar lo natural que sin haber podido ponerse de acuerdo tuvieron Ribera, a la sazón ausente de España, y Zurbarán condiscípulo de Velázquez: pintura caliente en el color por el abuso de ciertas tierras, sólida hasta pecar de dura; afanosa de modelar con vigoroso relieve, tanto que principalmente las cabezas, extremos y ropajes de las figuras, por el modo de estar hechos, parecen copiados de tallas en madera; pero no se puede afirmar con fundamento que esta primer manera de Velázquez, tuviera por base la deliberada imitación de nadie.

Se le fué el dolor de cintura ante las dudas que en el momento le asaltaron: ¿debía modelar una sonrisa ó afectar gravedad? ¿debía alargar la mano ó esperar á que el General le ofrezca la suya? ¡Carambas! ¿cómo no se le había ocurrido nada del asunto para consultar con su gran amigo Simoun? Para ocultar su emocion preguntó en voz baja, muy quebrada á su hijo: ¿Has preparado algun discurso?

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