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Actualizado: 10 de junio de 2025


Si el Padre Ambrosio no se burlaba de él, si no se jactaba en vano, si por medio de sus artes mágicas podía volverle la mocedad, Fray Miguel estaba seguro de que sabría aprovecharla y no perderla sin fruto como había perdido la mocedad pasada. Ahora tenía él más claro concepto del valor de la vida y de los fines a que podía y debía aspirar en el mundo.

Desde que vivo, desde que soy hombre, y ya hace años, pues no es tan grande mi mocedad, he despreciado todas esas sombras y reflejos de deleites y de hermosuras, enamorado de una hermosura arquetipo y ansioso de un deleite supremo.

Ya va siendo tarde, y siguiendo su consejo de Vd. debo recogerme para que la flor de mi mocedad no se marchite. ¿Qué es eso? ¿Se quiere Vd. largar? ¿Quiere Vd. tomar el olivo? Yo no quiero tomar olivo ninguno. Al contrario. Curro, dime : aquí, en este montón de dinero, ¿no hay más que en la banca? Currito miró, y contestó: Es indudable.

Torquemada había sido alabardero en su mocedad, y conservando el bigote y perilla, que eran ya entrecanos, tenía un no qué de eclesiástico, debido sin duda a la mansedumbre afectada y dulzona, y a un cierto subir y bajar de párpados con que adulteraba su grosería innata. La cabeza se le inclinaba siempre al lado derecho.

También en Italia añadió donna Olimpia anda desde hace años muy válida la opinión de que no es la tierra, sino el sol quien está en el centro; y ya, en mi primera mocedad, conocí yo y traté en Roma a cierto doctor polaco, cuyo nombre era Nicolás Copérnico, que enseñaba dicho sistema y andaba muy afanado componiendo un libro, que pensaba dedicar al Papa, sobre las revoluciones de los orbes celestes.

Ya no tenía aquellos arrestos de la mocedad; pero su virtud y su fuerza moral, unida al recuerdo de la física, infundían gran respeto entre los rústicos. Tales eran las cualidades principales y la brillante posición del antiguo maestro del Comendador, con quien éste iba ahora á consultar y tratar negocios arduos, y de quien esperaba obtener poderoso auxilio.

¡Ole por el padrino! gritaron los compadres con entusiasmo. Y entre el furioso palmoteo de todos la novia y el padrino chasquearon los palillos y empezaron á moverse acompasadamente uno frente á otro. La cantaora, con voz penetrante, cantó: «Á la señora novia sacadla á bailar, para que se despida de su mocedad.» ¡Bueno va! ¡Oblíguela usted, padrino! ¡Vivan las novias saladas!

Los primeros años de la mocedad de Juanita habían sido dificultosos, porque su madre no había alcanzado aún la extraordinaria reputación de que después gozaba, no tenía el bienestar y la riqueza de que ya hemos hablado.

"Gozó sin litigio Lope la fama en la mocedad dice Pellicer en su Panegírico ; aguardábanle las contradicciones para la vejez."

No era tostado, ni descolorido, ni encendido tampoco; de todo tenía, pero con su cuenta y razón, y allí donde convenía que lo tuviese. La mocedad, la sangre rica, el aire libre, las amorosas caricias del sol, habíanse dado la mano para crear la coloración magnífica de aquella tez plebeya.

Palabra del Dia

rigoleto

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