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Actualizado: 10 de junio de 2025


La acción de Las de García Triz puede en lo esencial contarse en cuatro palabras. La mayor, Clara, tuvo en su mocedad un novio militar, con quien por razones económicas no pudo casarse. Al cabo de muchos años, el novio vuelve de América, ya de coronel, con algunos medios de fortuna y con gana de contraer matrimonio. Vuelve a ver a Clara y tiene un desengaño tremendo.

Con esto, se fue la Pipota, diciéndoles: Holgaos, hijos, ahora que tenéis tiempo: que vendrá la vejez y lloraréis en ella los ratos que perdistes en la mocedad, como yo los lloro; y encomendadme a Dios en vuestras oraciones; que yo voy a hacer lo mismo por y por vosotros, porque El nos libre y conserve en nuestro trato peligroso sin sobresaltos de justicia. Y con esto se fué.

Tengo además grandes motivos de satisfacción y contento. Mi salud es inmejorable y mi mocedad se diría que no acaba. ¿Para qué he de fingir modestia contigo? Me encuentro ahora más bella, más lozana, que cuando nos veíamos en el Retiro de Camoens.

No te negaré yo que era algo esprit fort en su mocedad pero ya se habrá enmendado. Por lo demás, siempre fué el Comendador pundonoroso, hidalgo y bueno. ¿Qué tienes que decir contra su moralidad? Cállate, Valentín, que no dices más que sandeces.

Este varón solemnísimo había sido en su mocedad pastor de vacas, al servicio del duque de Somavia. La duquesa continuaba tratándole como criado. Los Somavia, merced a sus influencias, le habían hecho obispo. Provenía de la Orden dominicana.

No creo que mi curiosidad carezca de fundamento, tenga nada de vano ni de pecaminoso; yo mismo siento lo que dice Pepita; yo mismo deseo que mi padre, en su edad provecta, venga a mejor vida, olvide y no renueve las agitaciones y pasiones de su mocedad, y llegue a una vejez tranquila, dichosa y honrada.

Yo no me atrevo á creer que ese pueblo, hoy en toda la lozanía, crecimiento y vigor de su mocedad, pretenda lucirse haciendo el feo papel de sacudir la coz del asno contra el león que juzga moribundo.

18 Así hizo patentes sus fornicaciones, y descubrió sus vergüenzas; por lo cual mi alma se hartó de ella, como se había ya hartado mi alma de su hermana. 21 Así tornaste a la memoria la suciedad de tu juventud, cuando estrujaron tus pechos en Egipto por los pechos de tu mocedad.

Y movida ella por gratitud y por amorosa vehemencia, unió su boca a la de Morsamor y la regaló con hondo y prolongadísimo beso. Extrañas fueron las impresiones de Morsamor. Se figuró que donna Olimpia absorbía con sus labios toda la mocedad y toda la vida nueva que las pociones mágicas del Padre Ambrosio le habían infundido.

En suma, y sea de ello lo que se quiera, la Condesa deseaba que su hijo no consumiese la mocedad toda en galanteos y diversiones, sino que se hiciese hombre formal y de pro, y añadiese a la nobleza heredada nuevo lustre y blasones con la adquirida por su talento y demás prendas personales. Ya sabemos que el Conde había pasado el verano sin salir de Madrid. La Condesa no había salido tampoco.

Palabra del Dia

rigoleto

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