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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Por eso cuando leo las Historias, reyes, emperadores y magnates, se me figuran turba de bandidos cruel y sanguinaria y miserable! Hijos felices de la odiosa espada, la tierra, a su capricho, se reparten... ¡Dióles vida la tierra! ¡Ellos, feroces, se alimentan del cuerpo de la madre! Cede ¡oh Dios! cede en tu ira y mis desventuras mira con inmensa compasión.
Señor de Pierrepont, le compadezco con toda mi alma... pero, ¿es digno de usted, de su buen sentido, de su rectitud, llamar miserable a una mujer porque ha rehusado casarse con usted?
¿Á tal abandono de ti mismo has llegado? exclamó Tragomer. ¡Qué! el efecto de la miserable condición en que vives hace dos años ha sido tan rápido y tan completo que renuncias á justificarte y á confundir á los culpables? Tú no sabes, Cristián, las torturas mortales que he padecido. ¡Todo me es indiferente ya! ¿Hasta ver á tu madre y á tu hermana?
Ya me lo ha dicho usted y ha habido instantes en que he podido creerlo, pero usted mismo acaba de volverme al sentimiento de la verdad y de la justicia. En pocos minutos se ha mostrado usted tan bajo, tan cobarde y tan miserable, que no puedo dudar del buen derecho de aquel contra quien usted se encarniza.
LEONOR. ¿Y me dejarás aquí? MANRIQUE y LEONOR MANRIQUE. Un secreto, Leonor... sé que vas a despreciarme; ya era tiempo... esa gitana, ésa, Leonor, es mi madre. LEONOR. ¡Tu madre! MANRIQUE. Llora si quieres; maldíceme porque infame uní tu orgullosa cuna con mi cuna miserable. Pero déjame que vaya a salvarla si no es tarde; si ha muerto, la vengaré de su asesino cobarde. LEONOR. ¡Eso me faltaba!...
No era, acaso, el arrepentimiento lo que se había despertado en su alma, sino una turbación precursora; y la miserable pecadora no habría comparecido con la blasfemia en los labios y la ira en el corazón ante el Juez infalible en quien Elena tiene fe.
»No todo el mundo puede ser sano, ni todo el mundo puede ser bueno. Yo aun no lo puedo ser, y como no lo puedo ser, al enviarte esta dote a ti, hermana mía, para que puedas vivir con tu marido, pienso que ésta es mi venganza, la venganza del abandonado, la venganza del sarnoso contra el sano, la venganza del miserable con el descendiente de la familia considerado y mimado.
Le adivinó dormido en las entrañas del suelo sin ninguna envoltura, en contacto directo con la tierra, tal como le había sorprendido la muerte, con su uniforme miserable y heroico.
Aprovechaos, que jamás os veréis en otra. Muchos señoritos del Caballista os envidiarían. ¿Sabéis lo que valen todos esas botellas? Un capital: eso es más caro que el champañ; cada botella cuesta no recuerdo cuántos duros. Y la miserable gente arrojábase sobre el vino, y bebía y bebía avariciosamente, como si lo que les entraba por la boca fuese la fortuna.
Jadeante, se volvió a la tía, desafiándola con la mirada iracunda, pero la consternación de la señora debía ser tan grande, pues enmudeció de estupor, que Quilito sintióse conmovido y su cólera se apagó, como si hubieran derramado agua encima. Perdóneme usted, tiíta Silda, soy un miserable, no sé lo que me digo.
Palabra del Dia
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