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¿Qué sucede en palacio, señor? ¿Qué hay aquí exclamó el duque , que me veo obligado á tratar con ese miserable? El duque hizo un violento esfuerzo, salió de la cámara real, bajó á la planta baja del alcázar, y se entró en la secretaría de Estado.

Esa gente sufre y calla, Fermín, porque las enseñanzas que heredaron de sus antecesores son más fuertes que sus cóleras. Pasan descalzos y hambrientos ante la imagen de Cristo; les dicen que murió por ellos, y el rebaño miserable no piensa en que han transcurrido siglos sin cumplirse nada de lo que aquél prometió.

Dícese que fue viéndole trabajar en la fachada de cierta miserable taberna de Meudon, donde uno de los príncipes de la pintura contemporánea echó de ver sus méritos, y tal afecto le cobró a poco, que no sólo lo recibió en su taller, sino lo que es más, dos años después llevólo consigo a Italia.

El total de habitantes de esos pueblos, excluyendo á Honda, que no pertenece al bajo Magdalena, no pasa de la cifra miserable de 16,000, de los cuales mas de 7,000 pertenecen á la ciudad de Mompos.

No es ese chascarrillo el que debías contar a tu hijo, Manuel dijo la tía María , sino ponerle por ejemplo lo que acaeció a aquel rico miserable que no quiso socorrer a un pobre desfallecido, ni con un pedazo de pan, ni con un trago de agua. «Permita Dios le dijo el pobre que todo cuanto toquéis, se convierta en ese oro y esa plata a que tanto apegado estáis.» Y así fue.

¡Vil Sandoval! tu nombre será eterno, Como un remordimiento le has de oir, Y hasta tocar el linde del infierno La maldicion de Dios te ha de seguir. Siete veces traidor, , miserable, De la historia en el libro vivirás, Como en jardín ameno y deleitable Vive entre flores el reptil audaz.

Fue en uno de aquellos tormentosos días cuando pensó por vez primera en su vida que una pasión fuerte todo lo avasalla, como había leído y oído mil veces sin entenderlo. Se creía a veces un miserable, el más miserable de todos los maridos ordinariamente dóciles; y, a ratos, se tenía por un héroe, por un hombre digno de figurar en una novela en calidad de protagonista.

Un soldado hay, empero, cuya vara aparece más corta que las otras. «¡Miserable! le grita Facundo con voz aterrante , ¡ eres!...» Y en efecto, él era; su turbación lo dejaba conocer demasiado. El expediente es sencillo: el crédulo gaucho, temiendo que, efectivamente, creciese su varita, le había cortado un pedazo.

El narrador no ha hecho más que limpiar todo lo posible su lenguaje al transcribirlo, barriendo con la pluma tanta grosería y bestialidad, para no dejar sino la escoria absolutamente precisa. Cuando Mariano se retiró aquella noche a su miserable alojamiento, después de vagar toda la tarde y parte de la noche por las calles sin tomar alimento, sufrió un ataque epiléptico.

Tan pronto envidia á las bohemias cargadas de hijos, que arrastran por las calles una miserable carreta, y cuecen su comida al abrigo de los cercados, como á las hermanas de la caridad, como á las cantineras, cuyas heroicidades ambiciona.