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Actualizado: 26 de junio de 2025


Hay en esto todo un problema de economía social que hace retroceder a las inteligencias más juiciosas. Retrocedamos, entonces, sin vergüenza dijo Genoveva. Propongo que las muchachas ricas se conformen con maridos sin fortuna, a fin de restablecer el equilibrio, puesto en peligro por la acumulación de riquezas en las mismas manos... ¡Miren la socialista! exclamé riéndome.

Quien no ha visto una nube blanca, un árbol, una flor, el agua corriendo, un niño, el rocío, un corderito, la luna paseándose tan maja por los cielos, y las estrellas, que son las miradas de los buenos que se han muerto.... Mal podrán ir allá arriba si se quedan debajo de tierra echando flores. ¡Miren el sabihondo!

Dirigiendo la mirada hacia un grupo donde estaba D. Acisclo, observé que nos miraban sonrientes. Después supe que éste les había dicho: Miren ustedes a Joaquinita con la caña. Por fin llegó la carta de mi tío, y dentro de ella otra muy expresiva para un prebendado de la catedral llamado D. Cosme de la Puente, recomendándome.

El dueño se quejaba de que él le echaba á perder el bosque, el otro lo negaba; como que en este mismo lugar estuvieron el otro dia á pique de darse de garrotazos. Miren Vds.... sino que uno no debe perder á un infeliz.... casi cada dia estaban en pendencias en este mismo lugar. Entónces no hable V. mas.... es una atrocidad! pero ¿cómo se prueba?....

Miren también cómo aquel grave moro que está en aquellos corredores es el rey Marsilio de Sansueña; el cual, por haber visto la insolencia del moro, puesto que era un pariente y gran privado suyo, le mandó luego prender, y que le den docientos azotes, llevándole por las calles acostumbradas de la ciudad, con chilladores delante y envaramiento detrás;

¡Miren quién habla! dijo un viejo paisano que tenía entre todos el alto prestigio de haber sido justiciero juez de paz, cuando don Luna se agacha a conversar es cosa de pedir pieza con cama. ¡Si tiene más música que un órgano!... Y cuando usted habla, viejo, ¿qué hay que hacer?... ¡irse!... dijo Baldomero riendo estrepitosamente, y agregó: ¡Vamos, don Melchor, a dar una vuelta... vamos!...

¡Miren la impertinente! decía la mayor de ellas; ¡los aretes de su madre son de plata y los de mi padre de oro! Maese Alfredo L'Ambert, después de haber andado mariposeando mucho tiempo de la morena a la rubia, había acabado por prendarse de una linda trigueña de ojos azules. La señorita Victorina Tompam era honesta, como se es generalmente en la Opera, hasta que se deja de serlo.

Le he presentado al conde de Cotorraso que le está dando una conferencia sobre los aceites. Miren ustedes qué cara de sufrimiento tiene el pobre. Los tresillistas volvieron la cabeza. Allá en un rincón estaban, en efecto, los dos. El conde hablaba con calor y le tenía cogido por la solapa según su costumbre.

MÁXIMO (mostrando lo que trae). Miren lo que me ha hecho. Me rompió estos dos tubos de ensayo... Y luego... vean estos papeles en que yo tenía cálculos que representan un trabajo enorme. (Muestra los papeles suspendiéndolos en alto.)

Miren... y no lo digo por ofender á nadie... ¡miren con qué ramillete de claveles te acarició y te sedujo nuestro enemigo común!... Con un manojo de aulagas. Suave flor trasplantaste al jardín de tus amores... ¡Un cardo ajonjero! Hermosa debe haber sido Doña Blanca... todavía lo es; pero ¡hombre! ¡si es un erizo!

Palabra del Dia

irrascible

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