United States or Panama ? Vote for the TOP Country of the Week !


La extraña copla que el muerto había dejado escrita en su testamento, recomendándome que la recordase, latía incesantemente en mi cabeza: King Henry the Eighth was a knave to his queens, He'd one short of seven and nine or ten scenes! ¿Qué significado oculto podía encerrar?

... conoces personalmente al cura de San * y designóle una de las más aristocráticas parroquias de París. ¿El padre D *? Seguramente, es mi confesor. Si no me engaño, ¿es superior de las Carmelitas de la calle d'Enfer? . Te suplico que le escribas dos renglones recomendándome a su amabilidad: deseo ponerme al habla con él.

Además el señor Laubepin, aunque reconociendo todo lo que mi solicitud tenía de legítimo respecto al artículo personal, se había mostrado obstinadamente parco de informes y detalles á este respecto. No obstante, al partir me había entregado una nota confidencial recomendándome la quemara luego que me hubiera servido de ella.

Una casa editorial cinematográfica de los Estados Unidos me pidió hace un año una novela para convertirla en film, recomendándome que fuese muy «interesante» y se despegase por completo de los convencionalismos y rutinas que hasta ahora vienen observándose en las historias presentadas por medio del cinematógrafo.

Prestándome gustoso a todo lo que Neluco me había recomendado y continuaba recomendándome para entretener las horas sobrantes del día y de la noche, visité una por una mis haciendas, mis prados, mis heredades, mis castañeras y robledales, mis casas, mis aparcerías de ganados; estudié con verdadero afán de penetrarle hasta el fondo, el organismo, como decía Neluco, «de los tratos y contratos de mi tío y sus aparceros y colonos», donde estaba la enjundia del gran espíritu de este hombre benemérito que, sin políticas bullangueras y perturbadoras, había logrado resolver prácticamente, y por la sola virtud de los impulsos de su corazón generoso y profundamente cristiano, un problema social que dan por insoluble los «pensadores» de los grandes centros civilizados, y tiene en perpetua hostilidad a los pobres y a los ricos.

Pero si no lo conozco... ¡Ay, madre Larín!... ¿Quisiera usted escribirle una cartita... deux mots, recomendándome?... Dígale usted cuáles son mis deseos, lo que yo quiero a mis hijos, la sencillez con que procedo siempre... Así me escuchará con benevolencia... Usted me conoce bien, madre Larín... ¡Soy tan desgraciada!... ¡Se tiene de un concepto tan falso!...

Dirigiendo la mirada hacia un grupo donde estaba D. Acisclo, observé que nos miraban sonrientes. Después supe que éste les había dicho: Miren ustedes a Joaquinita con la caña. Por fin llegó la carta de mi tío, y dentro de ella otra muy expresiva para un prebendado de la catedral llamado D. Cosme de la Puente, recomendándome.