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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Se mortificó, oró, luchó, pero si consiguió la paz en su aspecto, no consiguió la paz de su espíritu. Se dedicó al estudio, arrojó sobre los penosos trabajos del púlpito y del confesonario, y llegó á ser catedrático de la Universidad de Zaragoza, y logró que le mirase todo el mundo con afecto.

Un día que estaban solos, como Miguel la mirase desde su taburete hasta comérsela con los ojos, le dijo con sonrisa burlona y placentera a la par: ¿Por qué me miras tanto, Miguelito?... ¿Te gusto? La vergüenza y la confusión se apoderaron del chico; se puso como una cereza y concluyó por llorar desconsoladamente como si le hubiese dicho alguna injuria.

Manos Duras se acordó de la tarde en que había visto á la marquesa por primera vez. Este recuerdo hizo que mirase con ojos agresivos al que acababa de hablar, lo mismo que si le hubiese dirigido una injuria. Dos hombres se han peleado á muerte por esa señora; ¿y qué?... Yo también estoy dispuesto á pelar mi facón y á matarme con el primero que la insulte.

Cuando se despertó, el reloj de la aldea de Charmes daba las cuatro. Hullin, al oír aquellas lejanas vibraciones, salió de su amodorramiento; abrió los ojos, y como mirase sin conciencia de lo que hacía, tratando de evocar sus recuerdos, el vago resplandor de una antorcha pasó ante su vista; el guerrillero sintió miedo y se dijo: ¿Me habré vuelto loco?

Decididamente, no he venido al mundo para las negociaciones delicadas. Esta vez era Kisseler, y detrás de él, Lautrec. No con qué expresión lo he recibido, pero que fue bastante singular para que, en varias ocasiones, me mirase sonriendo. No pude menos de hacer la observación en voz alta: ¿Qué tengo hoy de extraordinario? Lautrec respondió: Estoy observándolo. ¡Ay, señor cura!

»Con esta buena fee, el buen capellán pidió al retor mandase dar los vestidos con que allí había entrado el licenciado; volvió a decir el retor que mirase lo que hacía, porque, sin duda alguna, el licenciado aún se estaba loco. No sirvieron de nada para con el capellán las prevenciones y advertimientos del retor para que dejase de llevarle; obedeció el retor, viendo ser orden del arzobispo; pusieron al licenciado sus vestidos, que eran nuevos y decentes, y, como él se vio vestido de cuerdo y desnudo de loco, suplicó al capellán que por caridad le diese licencia para ir a despedirse de sus compañeros los locos. El capellán dijo que él le quería acompañar y ver los locos que en la casa había. Subieron, en efeto, y con ellos algunos que se hallaron presentes; y, llegado el licenciado a una jaula adonde estaba un loco furioso, aunque entonces sosegado y quieto, le dijo: ''Hermano mío, mire si me manda algo, que me voy a mi casa; que ya Dios ha sido servido, por su infinita bondad y misericordia, sin yo merecerlo, de volverme mi juicio: ya estoy sano y cuerdo; que acerca del poder de Dios ninguna cosa es imposible. Tenga grande esperanza y confianza en

A media noche, cuando Macha se fue a la cama y el silencio reinó en la casa, llevó a su gabinete un espejo y agua caliente, y empezó a afeitarse. Además de la lámpara se vio obligado a encender dos bujías; tanta luz le molestaba un poco. Habiéndose afeitado un lado de la barba, se miró fijamente a los ojos y se detuvo como paralizado. «¡Mira cómo eres!», se dijo como si mirase a otra persona.

Los señores le rendieron gracias por ello é le rogaron que ansí lo hiciese é por ellos mirase; y el Inca les dijo que le dijesen á lo que venian, y que luego se volviesen, porque le hacian perder el tiempo. Y ellos le dijeron, que á lo que ellos allí habian venido, era á rogalle que les dijese que cuándo pensaba tomar la borla del Estado, porque les parecia que era ya tiempo; é que ellos querian dar órden é proveer los menesteres é cosas que para ello eran necesarias, é para la fiesta é ceremonias é ayunos que en tal caso ansí se habian de hacer.

Palabra del Dia

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