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Actualizado: 10 de junio de 2025
Aquel cumplimiento expresivo dirigido por el squire a Nancy, fue considerado por todos, menos por Godfrey, como un acto de diplomacia; y el padre de aquella joven se irguió un poco más, mirándola a través de la mesa con seria satisfacción.
Pero no; Plutón se contentaba con dirigirle largas miradas entre codiciosas y burlonas sin dirigirle la palabra. Una vez, sin embargo, al asomarse al corredor por la noche, creyó ver en la calle relucir unos ojos entre las tinieblas, mirándola fijamente. Se retiró con presteza y en toda la noche no pudo conciliar el sueño.
Y seguía mirándola fijamente cada vez con más emoción: la joven tampoco apartaba de él su mirada, llena de interés. El corazón empezó a batirle aceleradamente: se le apoderó un gran desasosiego, que le hizo mudar de postura veinte veces en dos minutos; sintiose sofocado, y se desabrochó la levita.
Mirándola con el telescopio, esta zona se descompone en miriadas de estrellas; su inmenso número y lo débil de su brillo es la causa de aquella apariencia lechosa á que debe su nombre la Via Láctea.
«¿Será por eso por lo que no quiere entrar? se preguntó mirándola de espaldas . ¡Qué remilgos estos! Cuando digo que me cargan a mí estas perfecciones... ¡Qué monas nos hizo Dios! Pues lo que es yo, sí entro». Severiana se acercó a la cama, llevando de la mano a la chiquilla. «Mira, mira lo que te traigo... ¿Cuál visita te gusta más? ¿Esta o la que estuvo antes?».
Al fin, pasando por su hermoso rostro una ráfaga de ternura, después de mirar rápidamente a todos lados, se acercó a él, le pasó un brazo por la espalda y le dijo con acento cariñoso: Y ahora que estamos solos por última vez y que nadie nos ve, ¿no nos despediremos de un modo más efusivo? ¿Cómo quieres que nos despidamos? respondió él mirándola y haciendo un esfuerzo supremo para sonreír.
Cuando llegó a Rucanto la niña de Luzmela, la recibieron los sobrinos de don Manuel con indiferencia sublime, mirándola de hito en hito...; ¡fué aquella la primera vez que bajó los ojos turbada delante de su nueva familia!...
Cuando Lorenzo de Médicis el Magnífico se afanaba tanto por resucitar en la bella Italia la cultura y costumbres del siglo de Augusto con las artes del tiempo de Pericles y el neoplatonicismo del Bajo Imperio, educando á su prole en el desprecio de todo lo que no era antigüedades griegas y romanas, y en la amistad íntima de un Marsilio Ficino y de un Pico de la Mirándola, estaba por cierto muy lejos de imaginarse que la autoridad pontifical de su hijo Juan habia de sufrir mayor descalabro por el influjo destructor de aquel renacimiento pagano que por los envenenados tiros del mismo Lutero.
Cuando salió de la sala, se persignó y santiguó, y con mucha devoción y sosiego hizo una profunda reverencia a una imagen de Nuestra Señora, que en una de las paredes del patio estaba colgada; y alzando los ojos, vió a los dos que mirándola estaban, y apenas los hubo visto, cuando se retiró y volvió a entrar en la sala.
«¡Vacía, enteramente vacía! exclamó esta levantándola en alto y mirándola al trasluz . Y estaba casi llena, pues apenas...».
Palabra del Dia
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