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Actualizado: 13 de julio de 2025
Los ministros hablan de libertad, los diputados hablan de libertad, los de los clubs hablan de libertad; pero la libertad no se ve, no existe: es una farsa. Digo, señores, que prefiero á esta farsa los frailes de antes y el rey absoluto de antes. ¿Pues eso qué duda tiene? dijo Núñez.
Por el camino, doña Lupe decía: «Es lástima que Nicolás se haya ido a Toledo hace dos días, pues si estuviera aquí, él daría pasos por su hermano, y con seguridad le sacaría hoy mismo de la cárcel, porque los curas son los que más conspiran y los que más pueden con el Gobierno... Ellos la arman, y luego se dan buena maña para atarles las manos a los ministros cuando tocan a castigar.
Bajaremos tres, los que parezcamos menos comprometidos. ¿Hay dos que, como yo, no sean ministros ni diputados? Otro joven y un viejo se levantaron. Nosotros bajaremos. Los demás pueden salir todos á la huerta del Príncipe Pío, á la cual se entra por el patio. No hay tiempo que perder. Recoger esas notas, y á la huerta.
Diantre! es decir que para entrar á Francia teníamos que hacer un viajecito léjos de Francia, en busca de un visa? Probablemente. Pero si en Estuttgard ni Carlsruhe no hay ministros ni cónsules de mi país.... Eso no es culpa mia. Y bien, señor comisario, U. se equivoca. Nosotros tenemos derecho de entrar á Francia, sin visa especial, como cualquier frances. ¿Por qué?
Don Cristóbal afirmaba con grave sorna que el diario había estado próximo a perecer, y que los lectores amenazaban con una huelga si se publicaba otro artículo de Homero. ¡Ir con tales galimatías al respetable público, que lo que desea es que llamen morral al presidente del Consejo de ministros o que los diputados les mienten la madre a los señores del banco azul!...
Y entre risas despreciativas y observaciones irónicas, comenzó a leer en su elegante carterita, donde estaban apuntados los nombres de los nuevos ministros ... ¡Pero qué nombres, Virgen Santísima! ¡Si aquello era cosa de morirse de risa!... Figueras, Castelar, Pi y Margall, los dos Salmerones, Nicolás y Paquito... Córdoba.
De donde sospecho que su gusto era el que limitaba sus pagas y sueldo; porque segun adelante veremos, los Generales pedian á su voluntad el dinero, con solo señalar la cantidad, sin que para esto hubiesen de dar cuenta á los contadores, y ministros de la hacienda de Andronico.
Recibíale el Monarca á todas horas, á solas, aun estando en la cama, no sin inconvenientes; que empezaban á manifestarse los celos de los palaciegos, y singularmente la envidia de Villeroy, por más que procurara adormecerla con lisonjas . Como defensa, había manifestado al Rey que mal podría subsistir allí si á las persecuciones y peligros de la triste fortuna se agregaba la malquerencia de sus Ministros : preciso sería, á falta de mayor favor y amparo, que buscara otro retiro; idea que afligió mucho á Enrique .
Piadosas, humildes, reverentes con Dios y con sus Ministros, su religiosidad brilla principalmente por una ardentísima devoción á la Virgen y por un miedo cerval al demonio. La Virgen es para ellas preferente objeto de un amor indefinible.
Verdad es que, hasta aquella fecha, con ninguna credencial había demostrado el embajador que lo hubiera sido real y efectivamente; pero ¿no bastaban su aserto, y, sobre todo, las familiaridades que se permitía con ministros y diputados en el salón de conferencias?
Palabra del Dia
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