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Actualizado: 13 de julio de 2025
Desde el fondo de aquella galería subterránea dirigió terribles dardos contra el presidente del Consejo de ministros, que no le había dado una cartera en la última crisis. Salabert contestó con palabra estropajosa dando las gracias, echándose por los suelos. Para llegar al puesto que ocupaba no tenía otros méritos que el trabajo y la honradez.
Pero mira, madre, ¡cuántas gentes extrañas, y entre ellos indios y también marineros! ¿Para qué han venido todos esos hombres á la plaza del mercado? Están esperando que la procesión pase para verla, dijo Ester, porque el Gobernador y los magistrados han de venir, y los ministros, y todas las personas notables y buenas han de marchar con música y soldados á la cabeza.
Así que, somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se ejecuta en ella su justicia.
11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe. 13 Porque estos falsos apóstoles, son obreros fraudulentos, transfigurándose en apóstoles de Cristo. 14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. 15 Así que, no es mucho si sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.
El caso de un muchacho que no sigue los cánones oficiales, ni adula a los ministros y que triunfa por sus propios méritos, tiene, forzosamente, que constituir para ella un ejemplo desmoralizador... Llegó, sin embargo, para Julio Antonio el día del éxito, y fue un éxito como no se recuerda otro.
Estos ministros, los mas venerados, eran elegidos entre los Comocois, cuando algun espíritu, invisible para los demas, se presentaba á ellos y los aletargaba por algunos instantes. Tenian finalmente infinidad de sectas, y hasta profesaban estos indios un politeismo que habian recibido de sus padres.
Es preciso tener presente que en los tiempos de persecucion no regian las leyes ordinarias, y los ministros de los califas rompian caprichosamente la valla de las estipulaciones.
12 Se secó la vid, y pereció la higuera; el granado también, la palma, y el manzano; se secaron todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres. 13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; aullad, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitado es de la Casa de vuestro Dios el presente y la libación.
11 Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; el vaso que el Padre me ha dado, ¿no lo tengo que beber? 12 Entonces la compañía de los soldados y el tribuno, y los ministros de los judíos, prendieron a Jesús y le ataron. 14 Y era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo. 15 Y seguían a Jesús Simón Pedro, y otro discípulo.
Entre nosotros, por regla general, los ministros están solos, pues los empleados, en vez de ser cooperadores de confianza, son meros escribientes, salvo, bien entendido, honrosas excepciones.
Palabra del Dia
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