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Actualizado: 13 de junio de 2025


En una sala del pabellón, que forma un martillo en la fachada oriental de Palacio, estaba Fernando VII en la misma noche del motín. En aquel pequeño despacho no recibía á los ministros; aquélla no era la cámara: era la camarilla.

Porque él ha profanado los altares poniendo en ellos su infame retrato; porque él ha degollado sacerdotes, vejádolos o hécholos abandonar su patria, el nuevo Gobierno dará al culto la dignidad que le corresponde, y elevará la religión y sus ministros a la altura que se necesita para que moralice a los pueblos.

Lo cual ha dado no poco que entender á los ministros del Evangelio para reducirlos á que vivan juntos en un paraje y en unas mismas casas donde se porten como racionales y puedan ser instruídos en los misterios de la santa fe para creerlos, y en los preceptos de nuestra santa ley para observarlos.

Como ya tengo indicado, mi hijo solicita un empleo diplomático; mi hermano mayor y yo hemos despertado en él este deseo que le cuesta buenos disgustos. Como quiera que en París no tenemos una protección directa para abrir las puertas de las personas influyentes, y nuestro nombre, aunque digno, no es de gran resonancia para llamar la atención de los ministros, perdemos el tiempo.

Salió la cabalgata á ver á los reyes llevando delante el pregonero, los ministros de la justicia y los escribanos, todos ellos vestidos con trajes de colorines, que, á juzgar por la descripción que de ellos conozco, aunque embobaran á las gentes sencillas, eran harto ridículos y estrafalarios.

No dejo de comprender que, así los príncipes como los ministros, están abrumados de solicitudes a su alrededor, y que no pueden dirigir sus miradas hasta el fondo de las provincias para ir escogiendo y clasificando los talentos jóvenes y desconocidos. Es preciso resignarse al olvido.

A la junta de almonedas tambien concurren los señores ministros y fiscal de lo civil, que tambien es ocupacion pesada y enfadosa.

Un devoto que recurre a Santa Filomena, le pide su protección contra el demonio (Novena, pág. 22) y dice: "Satanás como león hambriento, vueltas a la redonda; sus ministros se animan unos a otros para derribarme, yo con mi flaqueza soy también enemigo de mi misma alma *

Un corchete venía por delante meneando hacia uno y otro lado la humosa y enrejada linterna. Aquella luz alumbraba con crudeza los semblantes de los ministros. Ramiro reconoció al alguacil Pedro Ronco por la facha imponente. Las cejas y el mostacho parecían trazados con un tizón sobre su tez color sebo. El ruido autoritario de los pies y las espadas fuese alejando.

Dichosos nosotros que podemos pensar y decir sobre el futuro y el pasado lo que se nos venga a la mente, sin temor de que nos atormenten, nos quemen o nos destierren los ministros de Dios ofendido y enojado por ello, como lo hacían con nuestros abuelos, casi sin temor de que nos injurien, nos calumnien y nos persigan, como lo hacían con nuestros padres, los representantes oficiales del Dios de bondad.

Palabra del Dia

rigoleto

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