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Actualizado: 6 de mayo de 2025
El usurpador cautivo, precipitado del trono, sepultado en un infame reposo, estaba olvidado y solitario: yo he interrumpido su sueno, le he dado el socorro de una multitud de traidores; el tirano esta todavia coronado. Pagara mis cuidados con la sangre de un millon de hombres, con la ruina de una nacion, y yo le abandonare de nuevo a la huida y a la desesperacion.
Pero la señora Chermidy pensaba que sería más digno de ella tomar un millón sin dar nada en cambio, y guardando siempre la superioridad sobre el donante. Un día que el viejo deliraba a sus pies y renovaba por centésima vez el ofrecimiento de su fortuna, ella le dijo: Acepto, señor duque.
En la otra población situada a corta distancia, apretada, silenciosa, comprimida en sus casitas blancas entre sombríos cipreses, los habitantes invisibles eran cuatrocientos mil, seiscientos mil, tal vez un millón. Luego, en Madrid, había pensado lo mismo una tarde que paseaba con dos mujeres por los alrededores de la villa.
¡Pícaro, qué bien me conoce usted! exclamó dándole un pellizco. Timoteo clavó en ella una mirada de besugo atónito. A usted no se le ha escapado el cariño con que siempre le he mirado. Es una debilidad, una manía; nunca he podido remediarlo. Mis hijas me tienen dicho un millón de veces: «¡Pero, mamá, no callas con Timoteo! ¿Y qué le voy a hacer, hijas mías?
Había dado una garden-party en una sección del Bosque de Bolonia, con juegos náuticos, danzas de bailarinas sagradas traídas de Asia y un buffet para tres mil invitados. Otra vez gastó medio millón transformando una gran parte de su hotel en interior de palacio persa, para un solo baile de trajes, volviendo el día siguiente á restaurar los salones en su primitivo estado. De pronto desaparecía.
¡Cuánto daría por estar a bordo con ese perro de Plick, él con los brazos atados a una cuerda de obenques y la espalda desnuda... yo con un buen rebenque en la mano! ¡Cuando pienso que por haber pasado por las manos de ese miserable de comisario nuestra parte de presa ha disminuido en nueve décimos; que en lugar de los sesenta mil francos con que vivo desde hace veinte años podría tener un millón, y que a ese pobre Kernok no le tocaron más que doscientos mil francos de las toneladas de plata que recogimos a bordo del buque español!
Rivadavia había puesto en la carpeta de su bufete como asunto vital la navegación interna de los ríos; en Salta y Buenos Aires se había formado una gran asociación que contaba con medio millón de pesos, y el ilustre Sola realizado su viaje y publicado la carta del río. ¡Cuánto tiempo perdido desde 1825 hasta 1845! ¡Cuánto tiempo más aún hasta que Dios sea servido ahogar el monstruo de la Pampa!
Es asombradizo, como les he dicho a ustedes, o corto, o no sé qué; pero ha corrido mundo, tiene luz allá dentro... justamente; sabe distinguir de colores, y a ustedes los considera... ¡caray, si los considera!... Y una descortesía no la comete él con nadie aunque le ahorquen... Ahora, en cuanto a llevar consigo las pinturas, ya varía... y de eso sí que no respondo... En fin, se hará lo posible, eso es... Y un millón de gracias por la fineza, señores míos.
Y un inglés, Logan, dice que no son cincuenta mil, sino que esas capas de hielo se fueron echando sobre la tierra como un millón de años hace, y que desde entonces, desde hace un millón de años, están enterrados en la nieve dura los elefantes peludos.
Yo, por excusarme de oír tanto millón de octavas, le supliqué que no me dijese cosa a lo divino. Y así, me comenzó a recitar una comedia que tenía más jornadas que el camino de Jerusalén. Decíame: -Hícela en dos días, y este es el borrador. Y sería hasta cinco manos de papel. El título era El arca de Noé.
Palabra del Dia
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