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Actualizado: 22 de julio de 2025
Por la escalera, no había ni qué pensarlo: a esas alturas se sube, pero en la bajada hay peligro de perniquebrarse cien veces... Y la pobre mula desconsolábase, y dando vueltas por la plataforma con los ojazos presa del vértigo, pensaba en Tistet Védène... ¡Ah, miserable, si de ésta escapo... menuda coz te suelto mañana tempranito!
Prometióles que compondria un libro de filosofía escrito de letra muy menuda para su uso, y que en él verian el porque de todas las cosas; y con efecto ántes de irse les dió el prometido libro, que lleváron á la academia de ciencias de Paris. Mas quando le abrió el secretario, se halló con que estaba todo en blanco, y dixo: ha, ya me lo presumia yo. Fin de la historia de Micromegas.
Cuando la llegada de D. José María el boticario y de Osuna dio la señal de disolverse la tertulia, aún rodaba este pensamiento por su cerebro en busca de forma. La noche seguía encapotada y triste. El cielo dejaba caer con pertinacia una lluvia menuda y fría.
La pobre anciana parecía irse consumiendo como haz de leña seca y menuda, abrasada por un fuego invisible. Su cuerpo endeble, pequeñuelo, e inmóvil, apenas formaba bulto bajo las ropas del lecho; la respiración era tan débil que casi no hubiera empañado la superficie de un espejo. Marcelo continuaba orando.
Compró varias casas viejas, una de ellas la misma en cuyo portal trabajaba el remendón, las echó abajo, y comenzó a levantar un edificio que había de ser de blancas paredes, con rejas pintadas de verde, vestíbulo chapado de azulejos y cancela de hierro de menuda labor, al través de la cual se vería el patio con su fuente en medio y sus columnas de mármol, entre las cuales penderían jaulas doradas con parleros pájaros.
La novia se retiró para cambiar de traje. Poco después apareció de nuevo, con el mismo semblante impasible. Según los planes de D. Juan, debían irse inmediatamente para tomar en un pueblo próximo la silla de posta. Los indecentes de Lancia quedarían de este modo chasqueados. Cuando bajaron al jardín, donde esperaba el coche, caía una lluvia menuda y fría.
Los más rudos y guerreadores, el armazón, la montaña de piedra y el bosque de madera que formaban su osamenta; los más cultos, elevados a la sede en época de refinamiento, las verjas de menuda labor, las portadas de pétreo encaje, los cuadros, las joyas que convertían en tesoro su sacristía. La gestación de la giganta había durado cerca de tres siglos.
Mirólos Jacobo por todos lados, sin muestra alguna de sorpresa, y con la misma habilidad y ligereza de antes, arrancó también los sellos de ambos: el primero contenía un gran pliego, escrito de letra menuda, marcados sus párrafos con números romanos en forma de artículos, y anotados varios de ellos al margen, por la misma letra gorda de la carta y el sobrescrito.
Entonces era como planta silvestre de flor menuda y desabrido fruto, y ahora como planta cultivada con el mayor esmero, rica en flores odorantes y pomposas y en los frutos más exquisitos y sazonados.
Esta sopa boba, a la cual los granujas llaman piri, atrae a mucha gente menuda a los alrededores del cuerpo de guardia, y se la disputan a coscorrones. Después de bien llena la panza, nuestros dos amigos bajaban hacia el río. Si tenían ganas de trabajar, ayudaban a las lavanderas a subir la ropa; si no, tiraban hacia las Yeserías.
Palabra del Dia
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