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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Cuando tornaban á casa al caer de la tarde, con los cabellos en desorden y las mejillas atezadas, involuntariamente fijaban la vista en el escudo de la fachada. Los leones de piedra parecían mirarlas tristemente con sus órbitas inmóviles. Un pensamiento de indefinible y vaga melancolía rozaba suavemente las cándidas frentes de las señoritas de Estrada. Esto duraba un instante.

Tenía las manos apoyadas en los muslos, con los codos sacados hacia adelante, el torso erguido, el cuello estirado, la cabeza desviada en leve escorzo de melancolía y desdén, el cigarro puro olvidado y periclitante en un ángulo de la boca. Levantaba dos palmos sobre los otros tertuliantes.

: debo cuidarme, debo vivir repitió Paula en el tono de estupefacción que emplea el que oye por vez primera la solución concisa de un problema en que ha estado trabajando infructuosamente toda la vida. ¡Debo vivir! En aquel momento sus ojos miraban en derredor, asombrados, asustados, con melancolía y vaguedad, como el que no ha visto nunca un horizonte y lo ve por primera vez.

Es un sillón canonjil, amplio y cómodo, de respaldo y asiento cuadrados, entre cuyos brazos tranquilos creemos ver agitarse la figurilla picante y grácil, llena de movilidad y de iniciativas, de la famosísima empresaria del Palais Royal. Y hay alrededor del viejo mueble olvidado, como una evaporación de silencio, de melancolía y de paz. Margarita Brunet nació en Bayona el año de 1730.

El crepúsculo matutino es la actividad, la vida. El vespertino es el sentimiento, la poesía. Aquel, la juventud, la primavera; este, el otoño, la melancolía.

Un criado venía a buscarlo para conducirle al lado del señor Aubry. Apresuradamente, Juan pasó el pañuelo por su cara y salió de la pieza. Entonces María Teresa entró, y a su vez se detuvo ante la imagen que había suscitado aquella crisis dolorosa. Una suave melancolía se apoderó de ella, mientras contemplaba su retrato.

Se extraña de haber podido odiar á Martínez y deseado á esta mujer con tanta vehemencia. Sólo conoce ahora la melancolía de una tristeza enorme con el recuerdo de estos seres que ya no son, que empiezan á morir segunda vez al quedar olvidados por los que les conocieron. Unicamente pueden inmortalizarse en la memoria del príncipe, pobre memoria destinada á perecer á su vez dentro de unos años.

La sombra de la duda se alzó en como un espectro; y creí oirla echándome en cara la facilidad con que sucumbia al recuerdo de mis antiguas creencias. Continué el viaje siendo presa de la misma inquietud, sumergido por completo en la melancolía.

Lloraba por cualquier cosa; a veces sin motivo alguno y cuando menos se esperaba; pero las lágrimas eran tan dulces y sentía con ellas placer tan intenso, que en muchas ocasiones las provocaba con artificio. ¡Cuántas veces, contemplando desde aquella ventana los celajes del horizonte teñidos de grana y los últimos resplandores del sol moribundo, sintió su corazón acongojado por una profunda melancolía que venía a deshacerse en sollozos! ¡Cuántas veces había atormentado a su padre con lloro intempestivo, cuya causa no acertaba a decir porque no la sabía ella misma!

La querida del Misterio me ofrece la flor de locura de su boca, cuando todos duermen, y lleva la hostia de la luna, como un florón luminoso, sobre su cabellera de sombras. Es la musa galante que dió el brazo al pobre Paul Verlaine, cuando iba por las calles del viejo París como un pierrot destrozado, borracho de ajenjo y de melancolía.

Palabra del Dia

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