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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Se miró á misma con una conmiseración despectiva, como si se contemplase por primera vez. Ella que se había creído durante muchos años el centro de lo existente, se veía en lo más bajo, y aún adivinaba nuevos abismos por los que seguiría rodando, pues para la desgracia nunca hay término. Los demás podían evocar su pasado con una melancolía dulce.

Este metal en polvo fué empleado por los árabes, en el siglo VIII, en la melancolía; se le ha ensalzado despues como utilísimo en la misma dolencia, en la debilidad del corazon, en la ambliopia amaurótica, la disnea, las palpitaciones, la fetidez del aliento, la alopecia, y recientemente, en la melancolía elevada hasta el suicidio, y en otras afecciones que los efectos producidos por el oro en el hombre sano han hecho apreciar mejor.

Es muy importante tener en cuenta, particularmente en esta horrible enfermedad, el estado moral, que en el cobre es análogo al de la melancolía, deseo de la soledad, la antropofobia, el aislamiento hasta la alucinacion y la manía.

Pues a pesar de que la opinión general era que se hallaba muy a su gusto y que no se cambiaría por el director de la Fábrica del Sello, lo cierto es que el Menino esperaba con impaciencia la ocasión de escaparse; se había dejado dominar por la melancolía, se le había agriado el carácter y tenía la bilis excitada por la falta de ejercicio.

Si Romeo y Julieta, en medio de sus coloquios y deliquios, «bajo la pálida gracia elísea de las noches de luna» hubieran tenido una palabra hiriente o un concepto depresivo, aquel su estado de gloria se habría interrumpido al instante, y el vivo rescoldo de su amor se tornaría en llamarada de odio, o en triste y helada melancolía, o en torvo rencor, aunque luego desapareciese tal estado de ánimo para retornar al amor.

De alegre, decidor y bromista, se hizo triste, callado y serio; algunos días hasta se mostraba desabrido y seco con los enfermos; en el salón del balneario apenas ponía los pies; negose a recibir fuera de las horas marcadas para la consulta y, por último, su semblante adquirió una expresión de melancolía que hubiese justamente alarmado a sus padres y amigos si de improviso llegaran a Saludes.

Sus ojos, y su boca no sonreían con la tranquila melancolía de quien sufre, porque recuerda; ni eran los suyos sinsabores, medio consumidos, y acaso poetizados por el tiempo: eran penas vivas, recientes, de las que la imaginación agrava cada día y roban más sueño cada noche.

Y ahora que restituidos al hogar doméstico escribimos aquellas impresiones, trayendo á la memoria aquellas punzadas de melancolía por la ausencia de la esposa y de los hijos, que tenemos ya á nuestro lado, volvemos á esperimentar una suave tristeza de no ver más lo que entonces vimos. ¡Oh mezquina condicion de la humana criatura, nunca del todo satisfecha!

Vd. habrá comprendido cuál debía ser el único eficaz, porque a no se me oculta que Pablo ha seguido amando a esta muchacha, con más fuerza cada día; sólo que, altivo por carácter, y resentido en lo profundo de su alma por lo que había pasado, no puede ya pensar en el objeto de su cariño sin que la sombra de sus recuerdos venga luego a renovar la herida y a engendrarle esa desesperación que se ha convertido en una peligrosa melancolía.

Es verdad, señora; yo comprendo lo que usted quiere decir observó Lázaro, admirado de tanta sabiduría. Pues yo voy á decir á usted una cosa que le sorprenderá mucho, Lázaro dijo Paulita, dirigiendo hacia el joven toda la melancolía y el suave interés de su mirada. Voy á decirle á usted una cosa que le sorprenderá sobremanera: yo soy rica. Efectivamente, Lázaro se quedó absorto.

Palabra del Dia

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