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Actualizado: 15 de junio de 2025


Empecé a sospechar que me iba enamorando y esto me traía inquieto. No podía pensar en aquella niña sin sentir profunda melancolía como si personificase mi juventud, mis ensueños de oro, todas mis ilusiones, que para siempre estaban separados de por barrera infranqueable.

Al oír el nombre del amigo fiel y adicto, la clara mirada de Julieta se empañó con una sombra de melancolía. ¡Iba a estar un largo mes sin verle! Y una pena vaga e inconsciente le arrancó un involuntario suspiro. Pero no tuvo tiempo para abandonarse a esta impresión. Impaciente por ver y por ser vista, su madre quería dar una vuelta por la playa.

Allí, a pesar de lo diáfano del ambiente, caminó casi en tinieblas. El ruido monótono del arroyo que corría a su lado y la oscuridad le infundieron melancolía. No pudo menos de pensar que era la última vez que atravesaba aquel camino, tantas veces trillado y con tal alegría durante algunos meses.

Experimentó la melancolía del actor que empieza a «entrar en su personaje» y ve que le arrebatan de pronto el papel. Había saltado atrás con el pensamiento, suprimiendo unos días, y se contemplaba en el silencio de la noche equinoccial paseando por «el rincón de los besos» sosteniendo con un brazo a la romántica alemana, próxima a desvanecerse de sentimentalismo.

Ostentaba alli sus ricos dones la naturaleza; aqui sus ricas galas, el arte; y brotaba de todas partes una armonía indefinible que hablaba al corazon, dejaba cautiva el alma y suspensos los sentidos. Apoderóse en breve de nosotros una dulce melancolía. Arrojó la historia sobre la ciudad un velo fúnebre; asaltaron nuestra imaginacion tristes recuerdos.

Tienes razón dijo Iriondo con melancolía. ¡Si al menos pudiese ir todos los días al monte con la escopeta, á cazar chimbos!... Pero hay que despachar cinco ó seis barcos por semana. Tu primo quiere tragarse el mundo y todos trabajamos como negros... Además, nos hacemos viejos, Luisillo.

Si usted conociese la miseria de otros, comprendería á qué inmensa altura se halla sobre los demás. La devota bajó los ojos, y con gran melancolía y tierna voz dijo: ¿Y qué miseria hay mayor que la mía? Es usted demasiado buena. Todo el mundo sabe muy bien que usted es una santa, una verdadera santa. ¿Quiere usted que le haga una confesión? dijo Paula, mirándole como se mira á un confesor.

, él no tenía más que su nombre. Ya es algo respondió Liette con melancolía. ¿No te parece, tía Liette, sin hablar mal de nadie, que es un poco humillante para un hombre el debérselo todo a su mujer? El joven esperó la respuesta con un poco de ansiedad. Era tanta su deferencia por el juicio de aquella guía segura e impecable, que una palabra de su boca le parecía una sentencia sin apelación.

Todos han ensalzado unánimes la serena melancolía que el libro revela, la mirada firme y desengañada que el autor dirige sobre las cosas humanas, la amargura sin misantropía con que juzga nuestro estado social, y la verdad poética con que le ennoblece.

La llegada del artista a los Genets despertó en ella ardiente curiosidad, y le gustó el hombre por su modesto continente y su grave melancolía.

Palabra del Dia

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