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Actualizado: 2 de julio de 2025
Mesía estaba como un armiño metido a marmitón. Obdulia había tropezado quinientas veces con el Marquesito; se rozaban sus brazos, sus rodillas, las manos sobre todo, durante minutos, y fingían no pensar en ello.
Ganada la votación, para contentar a la minoría, el presidente del Casino declaró imparcialmente que «el verdadero pecado del Provisor era la simonía». El Marquesito, licenciado en derecho civil y canónico se hizo explicar la palabreja.
El marquesito levantó la vista hacia su amigo abriendo mucho los ojos, donde se reflejaba la duda de si hablaba en serio o en broma. No advirtiendo en el rostro imperturbable de Alcántara señal de burla, comenzó a enternecerse. Habló de su antigua querida con tal entusiasmo y veneración que haría reir a cualquiera. El proyecto ya no le pareció tan insensato.
La toma de hábito de la señorita de Elorza, aunque esperada desde hacía algún tiempo, no por eso dejaba de impresionar profundamente. ¡Una joven tan rica, tan bella, tan lisonjeada por todo lo que el mundo tiene de risueño y apetecible! Interminables comentarios se hacían por aquellos días en las tertulias de las tiendas. ¿Pero no decían que estaba ya arreglada la boda con el marquesito?
Ese vaso me recuerda que hace pocas horas también se hallaba mi espíritu nadando en una atmósfera de paz y de dicha como hace un instante, y que una voz para mi antipática, odiosa, la voz del marquesito... ¡Todavía el marquesito! interrumpió Clara vivamente. Sí, todavía.
No es un santo añadía pero no se puede creer nada de lo que se dice de doña Obdulia y él, ni lo de él y Visitación; y en cuanto a sus relaciones con los Páez, yo que soy amigo de corazón de don Manuel, y conozco a su hija desde que era así media vara protesto contra todas esas calumniosas especies. ¿Qué especies? preguntó el Marquesito, que para eso estaba allí. ¿No lo sabes?
Al principio, el embargo les asusta; pero como lleguen a perder el punto una vez, lo mismo les da fu que fa. Aunque usted les ponga en la publicidad de la Gaceta, se quedan tan frescos. Vea usted al marquesito de Casa-Bojío; le embargué el mes pasado; le vendí hasta la lámina en que tenía el árbol genealógico.
Pero ¿qué motivo hay para enfadarse de ese modo? exclamó el marquesito . Que a usted no le gusta que vaya a su casa, ni quiere ser mi amigo... Bueno; para eso no tenía usted necesidad de venir con esos humos a llamarme estando con señoras. Bastaba con haberme enviado una carta. Si a usted le parece que vengo con humos debe tener presente que donde sale humo es que hay fuego.
Ello es, que Frígilis tuvo que devolver a Álvaro la promesa de huir y mandarle buscar padrinos. ¿Y Mesía? En general, Joaquinito estaba bien enterado. Mesía se lo había dicho todo al Marquesito que había ido a verle a la fonda.
Todo amor, aun el más tierno, aun el más santo, no es más que el instinto sexual disfrazado. Aquello de haber encontrado un ser tan noble, tan puro, tan exento de egoísmo como su esposa constituía para él una verdadera decepción. Pero ya que por este lado no podía refocilarse en sus ideas negras, desesperadas, halló manera adecuada de darles satisfacción pensando en el marquesito.
Palabra del Dia
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