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Había establecido ésta en su cuarto de trabajo, situado en la guardilla, una tertulia donde acudían algunos niños en las horas de recreo: contábales historias maravillosas mientras repasaba la ropa blanca o la aplanchaba. Desde un día que subió casualmente aficionose tanto a ellas, que comenzó a acudir asiduamente para escucharlas.

Amigo querido dijo Golfín con emoción y lástima es verdaderamente triste que usted no pueda conocer que ese pedruzco no merece la atención del hombre, mientras esté suspendido sobre nuestras cabezas el infinito rebaño de maravillosas luces que llenan la bóveda del cielo. El ciego volvió su rostro hacia arriba, y dijo con profunda tristeza: ¿Es verdad que existís, estrellas?

Si elegimos otra comparación, para aclarar estas ideas, se puede asegurar que, al proceder de este modo, nos parecemos á los navegantes, cuando, al surcar vastos océanos, aportan al cabo á una región desconocida, llena de creaciones maravillosas, no vistas por ellos antes, y oyen los ruidos de bosques gigantescos, sonando misteriosamente las ondas de ríos caudalosos, y observan seres de una naturaleza enteramente diversa de la que han contemplado siempre.

Algunos de los ribereños de la isla comercian con los europeos, vendiéndoles el trépang, que abunda en aquellas playas, las finas especierías, las maravillosas aves del paraíso, tan estimadas por sus plumas, o la plata y el oro que extraen en gran cantidad de sus montañas; pero en el interior habitan las naciones de los alfuras, los arfakis y otras montaraces y belicosas, que son feroces caníbales, y en las playas abundan los piratas, dedicados principalmente a la trata de esclavos, y a los cuales temen muchísimo los habitantes de las regiones marítimas.

En Calderón, por el contrario, observamos el sistema gótico en su mayor perfección, como en esas obras maravillosas del arte de edificar, en las cuales se eleva todo formando un organismo completo como para confundirse con las nubes, y cuyos elementos, al parecer, más insignificantes, son tan necesarios al todo, que éste no podía existir sin ellos.

La mirada de Quevedo, abarcando aquel cadáver afeado por la muerte, de que quedaban aún los hombros desnudos, redondos y mórbidos, y las maravillosas galas y las joyas deslumbrantes, tenía algo de espantoso.

Y presenció cosas maravillosas, instantáneas, como si todas las reglas de la vida acabasen de sufrir un trastorno caprichoso. Un oficial que estaba á pocos pasos emprendió un vuelo inexplicable.

Púsome nombre del perro sabio y no habíamos llegado al alojamiento cuando, tocando su atambor, andaba por todo el lugar pregonando que todas las personas que quisiesen venir a ver las maravillosas gracias y habilidades del perro sabio, en tal casa, o en tal hospital, las mostraban, a ocho, o a cuatro maravedís, según era el pueblo, grande o chico.

Lo que la inquietaba seriamente era la posibilidad de una de esas curaciones maravillosas que echan por tierra todos los cálculos de la prudencia humana. Comenzaba a odiar al doctor Le Bris, tanto por sus escrúpulos como por su talento. Para acabarse de tranquilizar se prometió cortar en flor las gestiones de don Diego, hasta que ella hubiese tomado todas sus precauciones.