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Actualizado: 27 de julio de 2025
Crecido en edad este niño, obró cosas maravillosas, que le ganaron el estupor y asombro del mundo, como eran sanar enfermos, resucitar muertos, dar vista á ciegos, piés á tullidos y vencer otros imposibles á las fuerzas naturales.
Y la verdad es que no logré el intento. Porque en vez de mostrarse lisonjeados por tal acto de devoción, pareciome que se animaban con leve expresión de burla. Quedé un poco acortado. ¿El señor viene a tomar las aguas? me preguntó la madre entre directa e indirectamente. Sí, señora; acabo de llegar de Madrid. Son maravillosas. Dios Nuestro Señor les ha dado una virtud que parece increíble.
Siempre fue Benina algo supersticiosa, y solía dar crédito a cuantas historias sobrenaturales oía contar; además, la miseria despertaba en ella el respeto de las cosas inverosímiles y maravillosas, y aunque no había visto ningún milagro, esperaba verlo el mejor día.
A esta especie de sofisma se reducen las cosas maravillosas, que los Astrólogos atribuyen á los Astros.
De esto y de bastante más necesitan ser capaces los buenos actores. ¿Acaso ellos, sobre el escenario del teatro, no deben hallar, como nosotros en el escenario de la vida, la exactitud de esos gritos ó de esas modulaciones que, en determinados momentos, son como miniaturas maravillosas de cuanto fuimos y hemos de ser?
El peatón postal, único eslabón que los unía con el mundo circunvecino, contaba algunas veces maravillosas historias de Campo Rodrigo, diciendo a menudo: Allí arriba tienen una calle que deja muy atrás a cualquier calle de Red-Dog; tienen alrededor de sus casas emparrados y flores, y se lavan dos veces al día; pero son muy duros para con los extranjeros e idolatran a una criatura india.
Apenas se acomodaron todos de nuevo, D. Peregrín, que hasta entonces se había mantenido dentro de una locuacidad ordinaria, estimulado por la presencia de D.ª Teodora, quiso dar gallarda muestra de sus maravillosas aptitudes para amenizar cualquier tertulia.
La guerra era otro objeto de conversación durante las tardes pasadas en el estudio. Argensola ya no llevaba los bolsillos repletos de impresos, como al principio de las hostilidades. Una calma resignada y serena había sucedido á la excitación del primer momento, cuando las gentes esperaban intervenciones extraordinarias y maravillosas. Todos los periódicos decían lo mismo.
Era consuetudinaria la tendencia a explicar las cosas comunes por causas maravillosas.
El contraste de aquellas maravillosas hermosuras del elemento iluminado y agitado, con la soledad de aquel desierto movedizo, era imponente. ¡Qué suprema tristeza en el fondo de tanta vida de la naturaleza!
Palabra del Dia
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