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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Pide á Dios el celebrante que oiga las oraciones de los fieles: hace la conmemoracion de los muertos, nombrando particularmente á los fundadores y bienhechores de la iglesia; siguen los abrazos de paz en señal de union y caridad; luego la Ilacion, que ahora llamamos el Prefacio; luego la Consagracion; rézase despues el Padre nuestro, distribúyese la comunion, y últimamente se dá la bendicion al pueblo, como se acostumbra al fin de los maitines y vísperas.
Tengo le dijo no pocas cosas que confiarle y muchas más que preguntarle a las que quiero que en puridad me responda, sin reserva ni disimulo. Fray Miguel acudió a la cita a altas horas de la noche, entre completas y maitines. El Padre Ambrosio aguardaba en su celda. Sobre la mesa de nogal ardía una lámpara que iluminaba el rostro del Padre Ambrosio. Era el Padre más anciano que Fray Miguel.
Los maitines son rezados, y todos los oficios se entonan en medio de la mayor soledad. El pueblo creyente no conoce ya la liturgia, no la estima, la tiene olvidada; sólo se siente atraído por las novenas, triduos y ejercicios, lo que se llama culto tolerado y extralitúrgico.
Después de haber cumplido la penitencia que el prior le impusiera por haber quebrantado la regla, penetró en su celda, para probar ligero descanso. Al poco tiempo, tocaron a maitines, y el fraile quiso levantarse de su duro lecho, mas se nubló su vista, y sintió desfallecer... Y su vida fué apagándose lentamente....
En una de las discusiones que se suscitaron, Luís, siguiendo su eterna manía, trató de convencer al Padre de que el guingón que se fabricaba en Francia aventajaba en mucho al que producen los telares de Barcelona; el buen Padre que no conocía Francia, ni su guingón, que era español rancio y por ende castellano viejo, que se levantaba invariablemente á las cinco, comía la prosaica olla con mucho azafrán, sobra de jamón y falta de huesos, á las doce, que la monumental jícara de espeso chocolate le era tan necesaria al cuerpo á las cinco, como necesarios para la guarda de su regla los maitines á las doce, oía sin pestañear á mi buen amigo Luís, sonriendo maliciosamente.
Dijo que como oyó el buen gorrero tocar a maitines, por no perder la coyuntura, se dió tanta priesa a salir de la tinaja, que dió con ella y con él en el suelo, y con el golpe y con los cascos se magulló las carnes, derramóse el agua, y él quedó nadando en ella, y dando voces que se anegaba.
Cuando recobré el conocimiento estaba sentado sobre un banco de piedra, en el banco de un enorme edificio semejante a un convento, que el más grave silencio envolvía. Dos padres lazaristas lavaban cuidadosamente mi oreja. Un aire fresco circulaba; la garrucha de un pozo chirriaba lentamente, y una campana tocaba a maitines.
Una y mil veces ensayó de nuevo, mas nada pudo lograr. Con un hondo suspiro, se dispuso a guardar sus péñolas, pinturas y pinceles, y en ese momento oyó la campana que llamaba a maitines. ¡Seis horas sin lograr nada, pensó. Dios me perdone esta pérdida de tiempo! Se encaminó al coro lentamente, pensando sin cesar en su facultad perdida.
Se oyen de cuando en cuando los pasos rápidos de alguien que ha trasnochado por necesidad o por vicio; suenan a lo lejos las campanas de maitines en la torrecilla de un convento, y tras las vallas de un solar convertido en corral, lanza un gallo su canto bravío y vigoroso, como si estuviera en el campo.
En todo tiempo se levantaba a las cuatro de la mañana para rezar maitines y oración por los agonizantes, tornando a acostarse hasta las nueve, que oía misa, rezada por su capellán; a las doce angelus, antes de almorzar; por la tarde lecturas piadosas, vísperas, cinco llagas, recepción de visitas honestas y paseo en coche; antes de comer un rato de meditación en la capilla, y después de la comida otro rosario, letanía, y recomendación del alma: a las nueve y media se acostaba.
Palabra del Dia
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