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Alfonso V dio algunas disposiciones sobre la integridad de los antiguos fueros de Teruel, disposiciones que, así como algunos odios personales, suscitaron la oposición vigorosa de Francisco Villanueva, juez que era de la ciudad de Teruel en aquel año: no quiso doblegarse al mandato del Rey, y pagó con la vida su entereza pues murió ahogado en las antiguas casas consistoriales y arrojado su cuerpo desde el balconaje a la plaza del Mercado.

En una de las discusiones que se suscitaron, Luís, siguiendo su eterna manía, trató de convencer al Padre de que el guingón que se fabricaba en Francia aventajaba en mucho al que producen los telares de Barcelona; el buen Padre que no conocía Francia, ni su guingón, que era español rancio y por ende castellano viejo, que se levantaba invariablemente á las cinco, comía la prosaica olla con mucho azafrán, sobra de jamón y falta de huesos, á las doce, que la monumental jícara de espeso chocolate le era tan necesaria al cuerpo á las cinco, como necesarios para la guarda de su regla los maitines á las doce, oía sin pestañear á mi buen amigo Luís, sonriendo maliciosamente.

Acuartelada así la tropa, se suscitaron muchas disenciones por la poca subordinacion de los soldados, la ninguna legalidad en los oficiales para la suministracion del prest señalado, y otros motivos, que se originaban, mas por la disposicion de los ánimos, que por, las fundadas quejas.

La afición siempre creciente del pueblo al teatro; el número de cómicos, mayor cada día, y diversos abusos que se habían introducido en las representaciones, como ciertos bailes licenciosos y cantares obscenos, llamaron en 1586 la atención de las autoridades, y suscitaron dudas acerca de la conveniencia de estos espectáculos.

Entonces, aprovechando del vocerío que suscitaron aquellas palabras de don Enrique, un padre carmelita refirió en voz baja a Ramiro que, no hacía mucho, temiendo que se llevasen nuevamente de rondón el cuerpo milagroso, una hermana lega del convento de Alba de Tormes, en medio de una noche de tempestad, habíase dirigido al sepulcro de la madre Teresa, y descubriendo el cadáver, abriole el pecho con un filoso cuchillo, metió la mano por la herida y arrancó el corazón.

Lo que ella disimuló, y no reveló ni a su hermano ni a nadie, fue el enjambre de suposiciones y de ensueños que los versos suscitaron en su fantasía.