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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Vivíamos en Sevilla muy cerquita de su casa. Es fiscal de la Audiencia y tiene las tres hijas que vas a ver... ésta es la primera, Sofía. ¡Uf qué fea!... Dispénseme VV., no he podido remediar este grito... Di lo que gustes manifestó la brigadiera. Hace ya tiempo que estamos todos en ello. Mira la tercera, Gertrudis. Pues ésta es más fea aún. Aquí está la segunda, Lola.

Luego, Pepita, Carmen, Lola trabajan en esta misma entrada, durante el día, con sus bolillos, urdiendo fina randa. Las tres tienen las manos pequeñas, suaves, carnositas, con hoyuelos en los artejos, con las uñas combadas.

Animadísimo lo encuentro yo. ¿Por qué dice usted eso?... Y los ojos de Baltasar buscaron los de Josefina, y una mirada se cruzó entre ambos. ¡Qué cosas tiene usted! Vaya, falta gente: usted no lo notará, pero falta. Yo, intervino Lola, me aburro con tanto dar y dar vueltas.... En cualquier sitio me divertiría más.

¡Jesús!... ¿Pero cómo hacéis para que no llore? ¿Y si tiene hambre? Le meto la punta del pañuelo en la boca para que chupe.... Es muy listito, ya se entretiene mucho. Riéronse las niñas, y Lola tomó al nene en brazos. ¡Qué ligero! pronunció . ¡Si pesa más la muñeca grande de Nisita!

Como alguien dijera riendo que Fuentes tenía "buena sombra", éste replicó vivamente: ¿Lo ve usted, conde? Hasta para decir que un hombre tiene gracia se dice que tiene buena sombra. A nadie se le ocurre decir que tiene buen sol. Y con motivo de las sombras se habló de la del manzanillo. La marquesa de Ujo preguntó al mejicano, marido de Lola, si en su país había manzanillos.

¡ has muerto con el batón blanco; porque, así como el guante de piel de Suecia, largo y arrugado, sobre el brazo flaco y nervioso de Sarah Bernhardt ha dado su pincelada a Frou-Frou, así el batón blanco, con cinturón celeste, te hizo a ti, hizo a Lola el prototipo de todas las mujeres de tu tiempo! ¡Qué diablo! ¡ has tenido también tu lugar en el siglo de Hernani!... ¡Presidentes y ministros, generales y grandes abogados de la República Argentina, han creído en ti, como la República ha creído en ellos!

¿Ella? repuso Lola . ¡Ah!, todas las noches, al recibir el ramo, le contesta lo mismo, invariablemente: Jrasiás, señor duque, trop amable. Redoblaron las carcajadas. Hasta la condesa se sonreía, con el abanico abierto delante por decoro. ¡Chist! pronunció Luisa Natal . ¡Ahí viene! ¡La sueca! exclamó Pilar. Todas volvieron el rostro, en extremo conmovidas.

Doña Luisa, desde que su marido descendió á la tumba, concentró toda su vida, todo su cariño, todos sus cuidados en la hija de sus amores. Hasay pasó á casa de Doña Luisa, teniendo Lola su misma edad. Los infantiles juegos y las caricias de Doña Luisa desarrollaron la existencia de sus dos hijas, como ella las llamaba.

Esa terrible enfermedad de la juventud; ese aterrador despertar de los más hermosos sueños del amor; ese descarnado fantasma, que inflexible, rígido, implacable, avanza y avanza siempre cual si lo empujara la maléfica influencia de la maldición del réprobo; esa enfermedad, tormento de la ciencia que busca siempre el calor del alma, que se desarrolla al compás del amante corazón, y que nunca retrocede, se apoderó de la pobre existencia de Lola.

Doña Luisa, viuda y rica, poseía en su hija Lola la verdadera riqueza que satisfacía su alma, sin perjuicio que las atesoraba, y muy pingües, para las necesidades materiales, en las que acaudaló su difunto marido, probo empleado primero, activo comerciante más tarde, é inteligente propietario después. Dos años tenía Lola cuando murió su padre.

Palabra del Dia

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